Cada uno de nuestros pies tiene 26 huesos y 33 articulaciones que conectan más de 100 músculos, ligamentos y tendones. Se trata de un sistema muy complejo y el daño en uno de esos elementos, altera todo el mecanismo. Al correr, nuestros pies soportan un impacto equivalente a tres veces el peso de nuestro cuerpo y eso, obviamente, puede provocar lesiones. Suponemos que el calzado específico para correr, gracias a la configuración y tecnología de su amortiguación, previene o al menos reduce las lesiones.Pero no es tan sencillo ya que el calzado altera las fuerzas de reacción entre el pie y el suelo durante el impacto. En pocas palabras: no corremos igual cuando vamos calzados que cuando vamos descalzos y por eso no se ha registrado un descenso de las lesiones, sin importar cuánto avance la tecnología de amortiguación. El problema es que no se comprende completamente el problema.

En 2010 Daniel Lieberman, experto en biomecánica, publicó un estudio (convertido ya en un referente) en el que comparaba el impacto de corredores descalzos y con zapatillas.

Los resultados mostraron que los ángulos de aterrizaje del pie se relacionaban inversamente con el grosor del calzado: cuanta más amortiguación, menor el ángulo de apoyo del talón. Esto muestra la dependencia de los corredores habituales del sistema de amortiguación ya que se aprovechan de él para aterrizar con el talón si saben que el “golpe” será amortiguado. Y esta fuerza es la que puede producir lesiones.

Sin embargo, la opinión dominante entre los expertos en biomecánica es que no es el total de la fuerza la probabilidad de una lesión, sino la velocidad a la que se aplica dicha fuerza: si es muy abrupta, mayor será la posibilidad de lesionarse.

Pero el estudio de Lieberman tiene casi una década de antigüedad. ¿Sigue la ciencia sosteniendo lo mismo? Un artículo de mayo de este año señala que sí. Un equipo de la Universidad Metodisa del Sur (EEUU) comparó los datos de ocho voluntarios con cuatro tipos de calzado: uno descalzo, otro con zapatillas minimalistas (Vibram FiveFinger KSO), un tercer grupo con suela delgada (Nike Zoom Waffle Racer VII) y el último con suela gruesa (Asics Gel Cumulus-14).

El objetivo era confirmar el estudio de Lieberman en intentar descubrir porqué poner más amortiguación en el calzado no parece reducir la carga que experimentan los corredores, un resultado aparentemente contraintuitivo.

Lo que sugieren los nuevos resultados es que, al correr, estamos programados para ajustar automáticamente nuestra biomecánica para mantener la tasa de carga general aproximadamente igual. Así, los corredores ajustaron el ángulo de aterrizaje y la velocidad para controlar cuánto tiempo tomaba el impacto. Cuando estaban descalzos, aterrizaron en la parte delantera del pie, lo que prolonga y suaviza el aterrizaje gracias principalmente a los gemelos. En cambio, cuando contaban con la suela gruesa, el tendón de Aquiles era el que recibía el mayor impacto.

La clave de todo el sistema es la sincronización, para cambiar entre una y otra opción, algo que según los autores hacemos de modo natural e intuitivo.

Pero esto no significa que este sistema sea infalible. Si sales a correr descalzo y aterrizas sobre tus talones, generarás tasas de carga realmente altas, porque no está activado el mecanismo de protección (amortiguación del zapato o punta del pie). Así, la conclusión es que no se trata solo de un dilema de calzado o descalzo, sino de saber correr.

En este sentido, un estudio publicado en Footwear Science, analizó la pisada en carrera de un atleta de alto nivel, el archiconocido Kilian Jornet y los resultados demostraron que se trata de algo más complejo de lo que parece en primera instancia. Los pasos de Jornet no estaban en absoluto unificados, sino que eran muy diversos debido a que este atleta mezclaba los aterrizajes del pie para ajustar el nivel de estrés en diferentes músculos, reduciendo las lesiones y haciendo que la carrera sea más eficiente.

Dado que nuestro pie es la piedra basal de todo el sistema y la pisada dependerá del terreno, la distancia, el estado físico, la altura, velocidad de paso y más variables individuales, solo podemos señalar las diferentes tecnologías de amortiguación usadas en el calzado.

On: CloudSwift.

Pese a ser una de las más novatas en el sector, esta marca suiza se ha caracterizado por el perfil diferente de sus suelas. La tecnología de amortiguación utilizada es CloudSwift, una actualización de la previa CloudTec. Se trata de espuma Helion, o «superfoam». Es un material ligero y duradero y a la vez cómodo de usar. Lo interesante en este caso es que On ha utilizado un diseño poco convencional ya que los elementos de la suela se colapsan en forma diagonal para aumentar la amortiguación horizontal. Esto hace que el desgaste sea menor ya que la línea de posible rotura o desgaste no coincide con la de uso. El concepto de Helion es que no es necesaria la amortiguación para empujar, solo para aterrizar. Y luego sí se precisa un apoyo firme para impulsarse y, de acuerdo con On, la tecnología Helion ofrece ambos.


The North Face: XtraFoam

La especialidad de esta compañía no es la ciudad, sino la montaña. Y la tecnología de suela y amortiguación está enfocada a este ámbito. Para explicar cómo funciona XtraFoam de The North Face, podríamos dividirla en cuatro partes. Una es la suela propiamente, que a efectos de aterrizaje y amortiguación no nos afecta tanto. La otra es el centro, que cuenta con una capa de espuma mayor que en el resto del calzado para reducir el impacto de rocas en zonas sensibles. Luego está el perímetro del pie, en donde se ha usado una espuma algo más rígida para ganar estabilidad en terrenos irregulares. Y finalmente la zona de punta y talón, donde se realizan la mayoría de los despegues. Allí se ha colocado una espuma que absorbe el impacto y lo retorna en la próxima zancada.

New Balance: Abzorb

Desarrollada junto a Dupont reúne la ligereza de la espuma EVA, pero mantiene más tiempo sus propiedades. Es una mezcla de goma de isopreno Dupont Engage y materiales de espuma patentados utilizados en las entresuelas. Abzorb se usa tanto en el talón como en el antepié y busca absorber el impacto y desplazar la energía para el despegue. Consiste en un bloque formado por celdas de tamaño uniforme que ayuda a resistir la compresión durante el impacto disipando el golpe de forma inmediata.


Nike: React

Cuando Nike se decidió a eliminar la espuma EVA de su calzado para correr probó unas 400 combinaciones antes de conseguir dar con la tecnología React, basada en un conjunto de de TPE (elastómeros termoplásticos). Al probarla contra las versiones anteriores, demostró una tasa de retorno de energía 13% mayor. También elimina el uso de pegamentos, por lo que es más ligera y mantiene sus cualidades de retorno de energía más tiempo. Finalmente para saber dónde debían ubicar la espuma de modo más efectivo, trazaron un mapa de la pisada de decenas de atletas y la colocaron en los puntos claves.

Juan Scaliter