Hasta ahora, el reconocimiento de signos, inherente al lenguaje, se consideraba algo exclusivo de la raza humana. Pero unos monos babuinos han decidido llevar la contraria al paradigma clásico al ser capaces de reconocer y leer en inglés palabras no superiores a 4 caracteres.

Para realizar este nuevo estudio que se ha publicado en la revista Science, un grupo de investigadores franceses de la Universidad de Aix-Marsella, estudiaron un grupo de babuinos en cautividad. Estos se encontraban al aire libre y con varias cabinas dispersas por la zona donde podían entrar cuando querían. Las cabinas, como puede verse en el vídeo, estaban dotadas de ordenadores con pantallas táctiles donde se mostraba a los monos secuencias de palabras de cuatro caracteres. Mediante dos símbolos de color para «Verdadero» o «Falso», los monos tenían que pulsar sobre la que correspondiese para determinar si esas cuatro letras formaban una palabra correcta o no. Si su respuesta era correcta, premiaban a los babuinos con una golosina.

Durante casi dos meses que se alargó el experimento, los babuinos aprendieron a reconocer docenas de palabras con sentido entre más de 7.000 que había sin ningún significado. El porcentaje de acierto de los monos fue de un 75%. Según explica para la Agencia SINC, Jonathan Grainger, investigador de la Universidad de Aix-Marsella y primer autor del trabajo, «La clave de esta investigación es que para discernir las palabras con y sin sentido, los babuinos no han utilizado una aproximación holística, sino la información de las letras individuales“.

Los resultados demuestran que el reconocimiento de signos no es exclusivo del lenguaje y que por tanto «debió aparecer antes de la evolución de la especie humana». Hasta ahora se pensaba, que para poder desarrollar esta habilidad era necesario dominar el lenguaje oral, pero Grainger y sus colegas lo ponen en duda y vinculan esta habilidad denominada «procesamiento ortográfico» al simple reconocimiento de formas. Este procesamiento ortográfico es el primer paso para aprender a leer. Tras ello, los humanos, en nuestro caso, asignamos un sonido al código ortográfico así como un significado.

Según los investigadores, este estudio abre las puertas para el estudio de la capacidad cognitiva y de lectura de otros animales. “Uno de nuestros próximos proyectos será examinar cómo los babuinos asocian palabras impresas con significados. No hay razón para pensar que no tendremos éxito”, declara Grainger.

Redacción QUO