Son fuertes y ágiles, nadan rápido, llegan a los lugares más recónditos y no necesitan subir a la superficie a tomar aire, ni hacer paradas de despresurización. Además adaptan su temperatura a la del agua, y no exigen demasiado en cuanto a la calidad de la misma. Semejante currículum ha convertido a los leones marinos en protagonistas de un proyecto de salvamento planteado por el Oceanogràfic de Valencia y Cruz Roja.

Las dos instituciones, que colaboran habitualmente en el rescate de fauna marina, plantearon la posibilidad de entrenar a estos animales para que realicen tareas como aproximarse a las víctimas en zonas especialmente peligrosas, estabilizar la línea por la que baja un rescatador desde un helicóptero, recuperar objetos o cadáveres o rastrear aguas turbias. La Armada española también ha mostrado su interés en participar en el proyecto, ya que además podría emplear los animales en trabajos como la recuperación de barcos sumergidos.

De hecho, la idea surgió porque Daniel García, responsable de veterinaria del Oceanogràfic, había conocido en San Diego (EEUU) un programa semejante de la Armada estadounidense, si bien en ese caso “sólo utilizaban los leones marinos en tareas de carácter militar, como vigilancia, o rescate de objetos submarinos. La iniciativa española sería pionera en incluir el salvamento”, declara.

El proyecto está a la espera de encontrar financiación para comenzar una fase en la que se determinarían los procedimientos de entrenamiento para cada objetivo, así como la rentabilidad económica de la propuesta. El adiestramiento podría desarrollarse en la base de la Armada en Cartagena e incluiría en un principio a seis cachorros criados desde un primer momento en esas instalaciones.

“Es necesario comenzar tan temprano”, aclara Daniel García, “para que se acostumbren a un entorno en el que escuchan motores, ruido de helicópteros y movimiento permanente de gente. Uno de los aspectos más importantes consiste en la desensibilización encaminada a suprimir la agresividad natural que presentan como animales salvajes, a pesar de tratarse de una especie muy sociable”.

También habría que decidir qué subespecies resultan más adecuadas. Mientras en EEUU se utilizan los leones marinos de la Patagonia, en el Oceanogràfic residen los de la Patagonia. Incluso se podría pensar en un grupo mixto, «en el que la variedad más tranquila se dedicase a rescate víctimas, y la más nerviosa al rastreo, especialmente en entornos turbios o dificultosos», según García.

Si la propuesta sale adelante, una segunda fase podría ampliarla a los delfines. Estos cetáceos presentan otras aptitudes, pero también son más delicados de transportar y mantener y también más difíciles de conseguir.

Pilar Gil Villar