En Nueva Zelanda se celebra una competición titulada «Pájaro del Año», para distinguir a una de las casi cuatrocientas especies de aves nativas del país, un tercio delas cuales están en peligro de extinción.

Y la ganadora de la edición de 2018 ha sido la llamada paloma maorí, también conocida con el nombre indígena de Kererü. Estas aves, que pueden medir hasta sesenta centímetros de longitud, se caracterizan por sus orondas figuras y por su glotonería.

Pero hay otro detalle que las ha hecho muy populares entre los neozelandeses. Estas palomas son aficionadas a comer frutas fermentadas, lo que provoca que en muchas ocasiones se emborrachen. Dicen que no es extraño ver a ejemplares que están en una rama y que, de improviso, caen al suelo porque no pueden sostenerse. O verlas realizando extraños giros cuando están en pleno vuelo.

Aquí podéis ver un ejemplo:

Fuente: IFL Science.

Vicente Fernández López