Durante algo menos de dos años, entre diciembre de 2014 y junio de 2016, la sonda Rosetta analizó en profundidad la topografía del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. La información obtenida a lo largo de este tiempo permitió realizar importantes mapas a medida que el cometa realizaba su viaje por el sistema solar. Pero al comparar las imágenes tomadas en diferentes fechas, de los mismos sitios, un grupo de expertos de universidades suizas, alemanas y francesas, liderado por Mohamed Ramy El-Maarry, descubrió cambios notables.

En algunas fracturas pudieron observar desplazamientos de decenas de metros de material. También, a medida que el cometa se acercaba al perihelio (el punto de su órbita más cercano al Sol), algunas cuestas retrocedieron hasta 5 metros diarios. Otras áreas mostraron arrugas circulares que alcanzaban hasta 100 metros de diámetro en menos de tres meses, luego desaparecían, mientras otras nuevas y diferentes surgían.
En el estudio, publicado en Science, los autores señalan que la mayoría de los cambios, incluyendo la erosión y los movimientos de rocas, se producían cerca del perihelio, lo que sugiere que las diferencias en la exposición solar era lo que los provocaba. Esto no solo permitirá comprender cuan rápido cambia el cometa 67P, sino también cómo el tiempo ha reconfigurado su “rostro”.

Juan Scaliter