«Nuestro estudio descubrió que los machos que se crían con dietas altas o bajas en proteínas, pero durante su edad adulta se alimentan con una dieta intermedia, tienen hijos con grandes diferencias en la expresión génica, lo que muy probablemente contribuye a las diferencias en la competitividad de los espermatozoides”. Esta es la conclusión de Susanne Zajitschek, de la Universidad de Monash.

El estudio, publicado en Biology Letters, habría desacreditado la opinión de que los hombres simplemente pasan material genético y no mucho más a su descendencia. En cambio, encontró que la dieta de un padre puede afectar la habilidad de su hijo para competir en el esperma de su rival después del apareamiento. El objetivo era comprender si la historia nutricional de los padres tiene un efecto sobre su prole. Para ello se realizaron experimentos con la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster), animal que comparte muchas características similares a los genes humanos.

“Descubrimos que los progenitores que seguían una dieta alta en proteínas – explica Zajitschek en un comunicado –, producían hijos con una calidad espermática mejor que los de bajas proteínas. Esto significa que su esperma tenía más posibilidades de ganar a sus rivales. También encontramos que los genes de respuesta inmune eran menos activos en la prole cuyos padres siguieron la dieta baja en proteínas, mientras que los procesos metabólicos y reproductivos se incrementaron en los hijos de padres con una dieta rica en proteínas”.
Este es el primer trabajo científico que informa sobre las ventajas posteriores a la copulación, que puede dar la dieta de los padres y es uno de los pocos que ha mostrado efectos transgeneracionales en relación con la calidad de la dieta.

Juan Scaliter