Se trata de un animal pequeño, mínimo en muchos aspectos, pero con una cualidad que desde los tiempos antiguos, ha generado fascinación: su capacidad para regenerarse, como la mítica criatura por la cual fue nombrada, la hidra de Lerma. Esta habilidad es de tal proporción que los miembros del género Hydra, puede triturarse y se regenerarán en un “nuevo” animal sano.
Anteriormente, los científicos pensaban que eran las señales químicas las que decidían dónde debían formarse la cabeza y los pies.
Ahora, un nuevo estudio, publicado en Cell Reports, sugiere que, cuando estos animales se enfrentan a un evento que destroza su cuerpo,las “partes supervivientes”mantienen una memoria estructural que les ayuda a dar forma a su nuevo plan corporal de acuerdo con el patrón heredado por el citoesqueleto, una red de fibras de proteínas duras y fibrosas que le brindan soporte interno.

De acuerdo con la principal reponsable del estudio, Kinneret Keren, del Instituto Technion de Israel, “cuando los fragmentos comienzan el proceso de regeneración, el diseño del citoesqueleto genera una fuerza mecánica lo suficientemente potente como para mostrarle a las células cómo alinearse. Esta fuerza es una “memoria” que almacena la configuración corporal”.
Estudiar la regeneración de la hidra puede conducir a una mejor comprensión de cómo la mecánica se integra con las señales bioquímicas para formar tejidos y órganos en otras especies.
El siguiente vídeo muestra cómo ocurre la regeneración de la Hydra. Crédito: Livshits and Shani-Zerbibet al.

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Juan Scaliter