El suceso ha ocurrido al borde de la Vía Láctea, concretamente en un antiguo cúmulo de estrellas conocido como Chandra de NGC 6388. Astrónomos han hallado indicios de que un planeta ha sido destruido a consecuencia de que se acercó demasiado a una enana blanca.

Las enanas blancas son remanentes estelares que se generan cuando una estrella con menos de ocho masas solares agota el combustible nuclear que alberga en su interior. Esto ocurre al final de su larga evolución. Estas viejas estrellas, además de difíciles de observar, son extremadamente densas y su gravedad es 100.000 veces mayor que la de la Tierra. Habitualmente, su temperatura es de unos 10000 K (por eso la vemos blanca) y su radio es del orden de una centésima parte del radio solar. Para que os hagáis una idea, una cucharadita de enana blanca pesaría en torno a 4500 kilos.

Pero, ¿cómo puede una enana blanca cometer un acto tan extremo? Según explica la NASA esto se debe a su gravedad. Cuando estas estrellas llegan a la etapa de enana blanca, su material se encuentra empaquetado en un radio que viene a ser una centésima parte del radio de la estrella original. Es decir, que a distancias cercanas pueden comportarse como una auténtica ‘estrella de la muerte’ a consecuencia de la atracción gravitatoria de esta, la cual es 10000 veces superior a la existente en la superficie del Sol. Esta reacción se produce por la diferencia de atracción que ejerce sobre la cara del planeta dirigida hacia la estrella y la opuesta, que se ven notablemente reforzadas.

El equipo de investigadores descubrió esta escabechina gracias al satélite de la ESA INTErnational Gamma-Ray Astrophysics Laboratory (INTEGRAL). Observaron una nueva fuente de rayos X cerca del centro del cúmulo de estrellas NGC6388 y la analizaron, percatándose de que se debilitaba cada vez más durante los 200 días que fue investigada. Según explican, el ritmo al que decayó el brillo en los rayos X concuerda con los modelos teóricos de destrucción de un planeta por fuerzas gravitatorias de marea de una enana blanca.

Estos modelos teóricos muestran como al principio el planeta se aleja de su estrella nodriza por la gravedad que ejerce la densa concentración de estrellas de un cúmulo globular. Al pasar dicho planeta demasiado cerca de una enana blanca, este puede ser despedazado por la intensidad de las fuerzas de su marea. Es precisamente los escombros de este planeta lo que puede visualizarse en rayos X, dado a que lo restos se calientan y brillan mientras se precipitan a la enana blanca. Según explican, «la cantidad observada de rayos X emitidos a diferentes energías concuerda con lo esperado en un episodio de destrucción por fuerzas de marea».

Fuentes

nasa.gov | sea-astronomía.es | sci.esa.int | phys.org | chandra.harvard.edu |

Redacción QUO