La foto de un robot recorriendo una nave espacial dejó de sorprendernos hace tiempo gracias a las imágenes de ciencia ficción. Trasladarla a la realidad ha resultado un asunto algo más peliagudo. Literalmente. Para conseguir un dispositivo capaz de avanzar en vertical y horizontal sin soltarse, los ingenieros de la Universidad Simon Fraser de Toronto (Canadá) se han inspirado en las microscópicas vellosidades de las patas de los lagartos gecko. Estas son tan pequeñas que sus átomos pueden interactuar con los de la pared para desplazarse por ella. Han aplicado la idea a su familia de robots Abigail con una serie de materiales adaptados a las temperaturas y las condiciones de vacío del espacio. Cuando los han probado en las instalaciones de la Agencia Espacial Europea (ESA), han comprobado que funcionan. Para dotar de mayor movilidad a los Abigail, les han colocado seis patas que les permitirán rodear un satélite y salvar obstáculos.

Pilar Gil Villar