Ya casi preparados para la operación regreso, todo montado en el coche, la familia a bordo y a los pocos minutos comienza la odisea común para muchos: esa sensación progresiva de malestar, mareo que a menudo termina en vómitos. ¿Qué pasa? Básicamente lo que está ocurriendo es que nuestro cerebro funciona correctamente, aunque en el contexto equivocado.

Varios estudios científicos señalan que los mareos propios del coche podrían ser el resultado de que nuestro cerebro reaccione a lo que cree que es un ataque repentino de envenenamiento.

Cuando estamos en un vehículo, el cerebro recibe mensajes contradictorios sobre el entorno: nuestro cuerpo nos indica que estamos quietos inmediato, pero el cerebro sabe que estamos en movimiento. El tálamo reúne esta información y, aunque pueda deducir qué está sucediendo, a menudo llega a la conclusión de que el culpable es un veneno y decide activar los “sistema de emergencia”: vomitar.

Los expertos creen que este tipo de mareos se produce porque los humanos han empezado a viajar recientemente en vehículos como automóviles, autobuses y barcos, y nuestros cerebros aún no se han adaptado por completo.

«Tan pronto como el cerebro se confunde en este tipo de situaciones – explica el neurocientífico Dean Burnett, en su libro Idiot Brain: What Your Head Is Really At (Cerebro idiota: en qué está realmente tu cabeza) – , dice “no sé qué hacer, así que simplemente dispararé las alarmas de intoxicación, por si acaso». Y como resultado, tenemos mareos porque el cerebro está preocupándose constantemente por ser envenenado”.

Mirar por la ventana puede ayudar, porque le asegura al cerebro que nos estamos moviendo y todo está bien. Sin embargo, leer un libro, un mapa o mirar una película, puede empeorar las cosas, porque son estrategias que quieren convencer al cerebro de que realmente estamos quietos.

Juan Scaliter