Después de más de 20 años de excavación, un misterioso esqueleto antiguo está comenzando a revelar sus secretos sobre la evolución humana. Se trata del conocido como “Pie pequeño” o Little Foot, en comparación con el mediático (y nunca descubierto) Bigfoot.

Las primeras señales de que se trataba de un ejemplar de homínido único, se publicaron en 1994. El responsable fue Ronald Clarke, un paleoantropólogo de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo. Clarke estaba hurgando en un laboratorio de campo en las cuevas de Sterkfontein (a unos 40 kilómetros al noroeste de Johannesburgo) cuando se dio cuenta de que un puñado de huesos pequeños en la colección pertenecía a un homínido temprano, es decir, uno de nuestros primeros antepasados en caminar sobre sus dos pies.

Clarke señaló en aquellos tiempos que se trataba del fósil de una hembra de hace unos 3,67 millones de años. También podría pertenecer a una especie distinta que la mayoría de los investigadores no han reconocido previamente.

A fines del año pasado, el equipo de Clarke había obtenido suficientes huesos para reconstruir más del 90% del esqueleto, y el espécimen se dio a conocer al mundo. Ningún otro fósil de Australopithecus se acerca a ese nivel de integridad. A modo de comparación, el más famoso de ellos, Lucy, solo se ha recuperado un 40% del esqueleto.

“Es casi un milagro que se conserve casi intacto – explica Robin Crompton, coautor del estudio, en un comunicado –. Las extremidades revelan que las piernas de Little Foot son más largas que sus brazos, similares a los humanos modernos, lo que la convierte en la hominina más antigua de la cual podemos estar seguro que era bípeda. Esto significa que Little Foot estaba mejor adaptada para caminar erguida que muchos otros Australopithecus”.

El nuevo estudio sugiere que Little Foot era una hembra adulta y medía unos 130 centímetros de altura, solo 10 centímetros menos que la mujer promedio en algunas poblaciones humanas modernas.

Juan Scaliter