Las polillas son una de las fuentes principales de alimento para los murciélagos. Estos animales utilizan la ecolocación para cazar a sus presas. Thomas Neil, es uno de los expertos que estudia cómo las polillas han evolucionado defensas pasivas durante millones de años para enfrentarse a sus principales depredadores.

Mientras algunas han evolucionado el sentido del oído para detectar las llamadas ultrasónicas de los murciélagos, muchos tipos de polillas son sordas. Neil descubrió que estas últimas desarrollaron un «recubrimiento de sigilo» que sirven como camuflaje acústico para evadir a los murciélagos hambrientos.

El estudio ha sido publicado en The Journal of the Acoustical Society of America.

En él Neil se centra en cómo el pelaje del tórax y de las articulaciones de las alas de una polilla, proporcionan un camuflaje acústico al reducir los ecos de estas partes del cuerpo.

“La piel del tórax proporciona un sigilo acústico sustancial en todas las frecuencias ultrasónicas relevantes – señala Neil –. El pelaje del tórax de las polillas actúa como absorbente del sonido, facilitando el camuflaje acústico y ofreciendo una importante ventaja de supervivencia contra los murciélagos”. De hecho, la eliminación del pelaje del tórax de la polilla aumentó su riesgo de detección hasta en un 38%.

Al comparar los efectos de eliminar el pelaje del tórax de los insectos que sirven como alimento para los murciélagos con los que no lo hacen, el equipo de investigación de Neil descubrió que el pelaje torácico determina el camuflaje acústico de las polillas pero no el de las mariposas.

«Encontramos que el pelaje de las polillas era más grueso y más denso que el de las mariposas, y estos parámetros parecen estar relacionados con el rendimiento de absorción – concluye Neil – . El pelaje del tórax de las polillas fue capaz de absorber hasta el 85% de la energía acústica, mientras que la absorción máxima que encontramos en las mariposas fue solo del 20%”.

Juan Scaliter