Podemos respirar tranquilos, porque por el momento, CIMON no ha querido tomar control de la Estación Espacial Internacional ni acabar con sus tripulantes, tal y como hizo en la ficción el ordenador HAL 9000 en «2001: Odisea en el espacio». Pero si empieza a tener estos pequeños enfados, no queremos imaginarnos cómo se comportará cuando actualicen sus sistema a una versión superior (todo un adolescente tecnológico).

Este «cerebro volador» es una Inteligencia Artificial que se embarcó en la ISS en julio de 2018 con la idea de echar un amano a los científicos que se encuentran allí. Fue el primer dispositivo con asistencia autónoma en llegar tan lejos, pero esta pasada semana se ha puesto un poco de morros. En un vídeo subido por la Agencia Espacial Europea, vemos cómo está trabajando con el astronauta alemán Alexander Gerst en su rutina diaria. Le pregunta por su nombre, por su procedencia, por sus tareas dentro de la Estación… y para todas ellas CIMON tiene una contestación.

En un momento dado, sobre el minuto 3:10, Gerst le pide que ponga su canción favorita y comienza a sonar «Man Machine» de Kraftwerk. CIMON adora esta canción (bueno, esta y el resto de las que están listadas dentro de su disco duro). Así que cuando Gerst le pide que pare de poner música, este se revela y se niega a hacerlo. Decide no salir de este modo, a pesar de que su «amo» le insiste que lo haga e incluso se mueve por el habitáculo en direcciones que no le han programado. Lo mejor de todo es cómo reacciona verbalmente ante sus órdenes: «Me gusta la música, puedes bailar si quieres», «Sé bueno, por favor», «No seas malo, por favor». Como si los suaves comandos que le estuviera dando Gerst no fueran los adecuados. Puedes ver aquí el momento.

Finalmente, todo quedó solucionado. Al fin y al cabo, poner música es algo que a todos les gusta en la ISS, ya nos preocuparemos cuando decida no atender a razones por causas mayores. Por el momento, CIMON ya ha cubierto las necesidades para las que fue programado dentro de la misión Horizon y está en sus últimas semanas de trabajo, pero los desarrolladores esperan que se interesen por su tecnología para futuros proyectos en el espacio.

Alberto Pascual García