¿Quién ha dicho que para ser actor hay que pasar por la Escuela de Arte dramático?

En ocasiones, la belleza (femenina o masculina) basta para propulsar a algunas personas al estrellato cinematográfico.

Pero hoy vamos a hablar del caso contrario. De personajes que llegaron al cine precisamente por ser, por lo menos, extraños.

Paul Wiliams

Bajito sin llegar a ser enano pero casi. Gordo sin llegar a estar obeso pero también casi… Paul tenía un físico bastante repelente, para que negarlo. Con una imagen de niño que parece no haber creacido nunca. En su faceta artística fue uno de los compositores pop más célebres de los años 70 en Estados Unidos. Pero fue su peculiar físico lo que hizo que Brian de Palma le escogiera para interpretar al repulsivo villano de la mítica El fantasma del paraíso. ¿No la han visto? Pues échenle un vistazo y comprobarán lo grimoso que resultaba el bueno de Paul en la pantalla. Además, la peli es casi una obra maestra.

Rondo Hatton

Dicen de él que fue el tipo más feo de toda la historia del cine. Afirmación exagerada, sin duda, ya que yo recuerdo a algunos menos agraciados aún. Pero su físico era cuando menos imponente. Rondo nació con una afección llamada acromegalia que, debido a un defecto de la glándula pituitaraia, provoca un exagerado crecimiento del rostro y de las extremeidades.  Pero ese físico deforme fue precisamente lo que le sirvió para convertirse en una presencia habitual en las películas de terror de serie B de los años 30 y 40. Rondo, que tenía un gran sentido del humor y que carecía de complejos, se vanagloriaba de no haber necesitado nunca que le maquillasen para sus personajes.

Bolaji Badejo

¿Nunca se han preguntado quien se escondía bajo el disfraz de Alien? Pues se trataba de este muchacho nigeriano. Un estudiante africano de Bellas Artes que se ganaba la vida en Londres posando como modelo. Su elevada estatura, y su esbelta figura, unida a sus agilísimos movimientos hicieron que Ridley Scott le contratara para interpretar al bicho en Alien, el octavo pasajero. Fue su único trabajo cinematográfico.

Harry Earles

Cualquiera de los intérpretes de Freaks, la obra maestra de Tod Browning merecería figurar en esta galería. Pero si he elegido a Harry es por el hecho de que fue el actor acondroplásico más famoso de todos los tiempos. Además de interpretar a Hans, el desdichado antihéroe de esta trágica y estremecedora película, fue junto al camaleónico Lon Chaney y el forzudo Wallace Beery uno de los progagonistas de la también mítica El trío fantástico, que contaba la historia de una bandda de ladrones formada por un enano, un travesti y un cachas. ¡Ahí es nada! Y, logicamente, trabajó también en la legendaria El mago de Oz, la película con mayor número de actores enanos. Hay que decir que Harry tenía además fama de hombre guapo y que su diminuta estatura no lo supuso ningún impedimento para vivir romances con mujeres de gran belleza.

Julian Beck

Reconozcámoslo. Con esa cara nadie le iba a contratar para protagonizar filmes de alta comedia. Julian fue un pintor y actor ocasional que alcanzó la fama gracias a su película póstuma, Poltergeist 2. Interpretaba a un aterrador reverendo líder de una secta apocalíptica, y falleció durante el rodaje a causa de un cáncer. Pero su imagen espigada, vestido de negro, con ese rostro de calavera cantando: «… Dios castiga la iniquidad», ha quedado para los anales del cine de terror. Recordemos de todas formas, que anteriormente había trabajado en media doce de películas, entre ellas la versión de Edipo rey dirigida por Pier Paolo Pasolini.

Michael Berryman

Su extraño físico se debe a que nació con una rara afección genética llamada displasia ectodérmica hipohidrótica. Pero fue precisamente esa imagen inclasificable la que le abrió las puertas del cine. Debutó interpetando a uno de los internos del manicomio de Alguien voló sobre el nido del cuco, pero se hizo mundialmente famoso cuando Wes Craven, uno de los maestros del cine de terror de los años 70, le eligió para encarnar al líder de una deforme tribu de caníbales en la mítica Las colinas tienen ojos. Y aunque la fama le vino por ese truculento personaje, curiosamente el resto de su carrera se orientó hacia el campo de la comedia, donde demostró unas excepcionales dotes para el humor.

Peter Bark

A quien se le ocurrió la delirante idea de que este engendro podía pasar por un niño habría que ingresarle en un sanatorio mental. Peter se ha convertido en un pequeño mito para los amantes del cine de horror por haber trabajado en La noche del terror, probablemente una de las películas de zombis más lamentables de todos los tiempos. En ella interpreta a un niño que tiene una extraña relación con su madre ya que, pese a estar bastante crecidito, ella le sigue dando de mamar. Tan asombrosa premisa argumental permite que la película nos regale una escena tan infame como involvidable en la que el peque, una vez zombificado, le arranca el pezón a su mamá de un bocado mientras esta le daba de merendar. En fin… sin comentarios.

John Reynolds

Llamarle actor a este pobre diablo no es muy riguroso. Lo fue, pero a su pesar. En 1966, el productor Harold J. Warren comenzó a rodar una película de terror llamada Manos, the hand of fate. El presupuesto era irrisorio y para el reparto contrató a un puñado de actores aficionados de una pequeña población del medio oeste americano. Es entonces cuando Warren descubrió a Reynolds, un joven drogadicto cuyo físico inquietante y su mirada ausente le parecieron ideales para interpretar al malo de la película, Torgo, el líder de una secta satánica. Reynolds aceptó hacer la película a cambio de que Warren le pagara sus dosis de heroína durante el tiempo que durase el rodaje. Pero el sádico de Warren, para lograr que su interpretación fuera más extrema, le hacía actuar en pleno síndrome de abstinencia. La consecuencia fue que Reynolds realizó en esta película la interpretación más espídica, nerviosa y sobreactuada de toda la historia del cine. Y todo fruto del mono. La experiencia fue tan autodestructiva que el muchacho acabó suicidándose días después de acabar el rodaje. Nadie fue a su entierro.

Will More

Su nombre auténtico es Joaquín Alonso Colmenares-Navascúes García-Loygorri de los Ríos. Pero llamándose así cualquiera triunfaba en el mundo de la noche. Will More, como se le conocerá para la posteridad, fue un personaje muy popular en el mundillo de la llamada movida madrileña. Su físico extremadamente esbelto y su extraña belleza le ayudaron a  ganarse la vida como modelo. El director Ivan Zulueta lo eligió para protagonizar junto a Eusebio Poncela Arrebato, probablemente la película de culto más importante de la historia del cine español. Y quien la haya visto jamás podrá olvidar la hipnótica voz de More, tan extraña como una psicofonía. Will sobrevivió a las drogas, trabajó en alguna película más y luego desapareció del mapa. Algunas fuentes me aseguran que actualmente vive en algún lugar de América del Sur. Desconozco si es cierto. Pero si alguien logra dar con él que me lo haga saber. Tengo curiosidad.