La Navidad es tiempo de paz y generosidad, de buena voluntad, de compartir con familia y amigos… Pero también de aprender y disfrutar con la ciencia. Y el motivo no es que el mítico Quimicefa y otros juegos similares vuelvan a asomarse a los escaparates. La Ciencia avala muchos de los más importantes “cuentos” navideños –no todos, algunos son indefendibles–. Pero es que además, y aquí viene lo mejor, ofrece respuesta a multitud de cuestiones como las que protagonizan este reportaje, menos trascendentes pero que no por ello dejan de resultar sorprendentes, curiosas o simplemente divertidas. Que la Navidad también es eso: un tiempo de pasarlo bien.

Qué cena Papá Noel durante su noche loca?

Es costumbre que en cada hogar (unos 842 millones) se le deje un tentempié. Por ejemplo, un vaso de leche y dos polvorones.
Si en un vaso caben 250 ml, al acabar la noche Santa ha bebido:210,5 millones de litros de leche.
Si cada polvorón pesa 40 g, Claus ingiere en total:67.360 Toneladas de polvorones

¿Cómo tiene tiempo para repartir todos sus regalos?

Haciendo muchos números. En el mundo hay 2.106 millones de niños menores de 18 años a los que Papá Noel visita en la noche de Navidad.  Si se asume que hay una media de 2,5 niños por casa, debe realizar 842 millones de paradas. Además, la superficie de la Tierra es de 510 millones de km2, de los cuales solo el 29% es tierra firme, es decir, 150 millones de km2. Si se supone una distribución uniforme de las viviendas, la distancia media entre dos casas vecinas es de 0,42 km. Por tanto, Santa Claus debe recorrer 356 millones de km en su periplo para pasar por todas las casas. Para efectuar tan grandioso recorrido, si viaja en sentido contrario al de la rotación terrestre, dispone de una “noche” de 48 horas. Lo que supone que tiene 2 diezmilésimas de segundo para bajarse del trineo, entregar los regalos en una casa, salir y llegar a la casa siguiente; y que debe viajar a 2.060 km/s. La anterior es la velocidad media, pero como en cada parada tiene que frenar y acelerar, entonces la velocidad máxima que alcanza en cada trayecto es de 4.120 km/s, para lo que necesita experimentar una aceleración de 20,5 millones de km/s2. Finalmente, si se admite que el peso medio de los regalos destinados a cada crío es de 1 kg, entonces tiene que transportar en su trineo 2.106 millones de kg, que pueden ir repartidos en 42.120.000 sacas con capacidad para 50 kg cada una. No es de extrañar que los renos odien cordialmente a tanto niño bueno.
2.106 millones de niños en 842 millones de hogares reciben la visita de Papá Noel. 150 millones de km2 de tierra firme, sobre los que se distribuyen todas esas viviendas. 0,42 km es la distancia promedio que Papá Noel debe recorrer entre dos casas vecinas.

Cómo puedes representar fielmente el viaje de los Reyes en tu belén?

Una de las costumbres asociadas a montar el belén consiste en hacer avanzar cada jornada a los Reyes Magos de forma que alcancen el Portal la noche del 5 de enero, para ser fieles al viaje original. Bueno, pues ya puestos, sé totalmente fiel. Los Magos de Oriente viajaron de Babilonia a Belén, un trayecto de 1.450 km que recorrieron en unos 15 días, a razón de casi 100 km cada jornada. El primer paso es instalar el belén dos semanas antes de la noche de Reyes, es decir, el 22 de diciembre. Si el espacio que destinas a montar el nacimiento es de
1 m de largo, eso supone que aplicas una escala 1: 1.450.000; así que tus Reyes han de avanzar 6,7 cm cada día. Claro que, como un camello real tiene una altura de 210 cm hasta la parte superior de la joroba, sus “sustitutos” a tamaño deberían medir 0,00145 mm de alto. Y probablemente no sea así. Si, por ejemplo, miden 5 cm de los pies a la giba, entonces tu belén tiene que abarcar 34,52 km, y tienes que hacer avanzar a la comitiva 2,3 km cada día. De lo contrario, la fidelidad se te joroba.
6,7 cm/día. Es la velocidad a la que debes hacer avanzar a los Magos si montas un belén de 1 m de largo y quieres respetar el viaje original. Pero sólo el viaje, porque las figuras tendrían que ser microscópicas.

¿Qué tenían de especial el incienso y la mirra?

Cuando los Reyes Magos se personaron –qué verbo tan benemérito– ante el niño Jesús, le entregaron sus presentes: Gaspar oro, y Melchor y Baltasar incienso y mirra. Estas son dos resinas obtenidas de un árbol propio de la Península Arábiga y de otro africano, respectivamente. Y no es que Melchor y Baltasar fuesen más agarrados que su compañero, sino que, por aquel entonces –y durante mucho tiempo después–, estos productos eran considerados tesoros tan valiosos como el oro, debido a sus propiedades curativas: permitían tratar muchas dolencias. Circunstancia de la que sacaron provecho, entre otros, egipcios, sumerios, griegos, romanos y hasta los boticarios británicos del siglo XVII. Muchos siglos después, la moderna investigación química en el campo de los productos naturales con aplicación farmacológica ha aislado, a partir de ambas sustancias, compuestos con propiedades antisépticas, antifúngicas y antiinflamatorias. Además, se piensa que la mirra puede presentar propiedades anestésicas similares a las de la morfina, lo que explicaría por qué a Jesucristo le ofrecieron vino con mirra antes de ser crucificado.

¿Cuál es el verdadero sexo de Rudolph?

Uno de los mayores, y al mismo tiempo menos publicitados, misterios de la Navidad es el que se refiere a la ambigua naturaleza del famoso reno Rudolph y sus compañeros. La principal razón de ser de la espectacular cornamenta que exhiben los renos macho es la de cruzar armas con otros machos durante la época de celo, que tiene lugar en otoño, para hacerse con el mayor harén posible. Una vez dirimida tamaña cuestión, los machos pierden sus cuernos, que no les volverán a salir hasta la primavera. Es decir, que en Navidad están descornados. ¿Cómo casa lo anterior con la cornamenta que luce Rudolph? Existen dos posibles explicaciones: que no sea Rudolph, sino Rudolphina, ya que las hembras de su especie también presentan cuernos y los conservan todo el invierno. Pero en este caso hay un problema: los de ellas son más modestos. Por eso la explicación más apropiada es que Papá Noel castre a sus animalitos, lo que anula su producción de hormonas sexuales. Eso se traduciría en la conservación de la cornamenta, pues su caída está gobernada por un ciclo hormonal. Así que, como diría un castizo: “Si Santa Claus quiere tener un tiro en condiciones, entonces no le quedan más …ones que castrar».

¿Cuántas burbujas hay en una copa de champán?

En una copa alta y alargada, la más apropiada para beber champán, se generan unos 2 millones de burbujas, a cada una de las cuales, durante su ascenso hacia la “fama”, se adhieren numerosos compuestos presentes en el seno del líquido y responsables de su buqué. Una vez que alcanza la superficie, la burbuja estalla, lo que provoca la eyección de un, a simple vista, inapreciable chorro de champán. Este acabará por fragmentarse en una colección de diminutas gotas cargadas de los compuestos organolépticos. A su vez, junto a las gotitas liberadas por las otras, cientos de burbujas que han colapsado al mismo tiempo forman una especie de niebla sibilante que se va renovando a cada momento, conforme nuevas burbujas llegan a la superficie. En esta niebla radica el secreto del éxito del champán. Justo  un momento antes de beber, la nube de gotitas te salpica los labios y la punta de la nariz, lo que propicia la refrescante sensación que precede al sorbo y, además, estimula los receptores de nariz y boca. Por último, durante el trago, eso provoca el característico, ligero y picante cosquilleo sobre la lengua, al mismo tiempo que actúa sobre los receptores del gusto bucal.

¿Qué cantidad de oxígeno produce un árbol de Navidad?

Por árboles navideños se entiende abetos, pinos y píceas. Un acre (medida anglosajona de superficie equivalente a 4.046,8564 m2) de estos árboles, que alberga, como promedio, unos 2.000 ejemplares, cubre la demanda diaria de oxígeno de 18 personas. Solo en EEUU hay destinado más de un millón de acres de terreno al cultivo de árboles de Navidad, lo que supone la ración diaria de oxígeno de 18 millones de personas. Y eso no es nada, si tenemos en cuenta que las piná­ceas (familia de árboles capitalizada por las especies navideñas) son las predominantes en las regiones del hemisferio norte situadas entre el trópico y el ártico. Más aún cuanto más hacia el norte nos desplacemos, donde forman extensísimos bosques. Lo que supone muchos millones de acres y billones de árboles. ¿Verdad que respiras un poco más tranquilo tras conocer esto? También es muy tonificante saber que los árboles navideños por excelencia son los abetos Fraser, Douglas y el abeto noble, el pino silvestre, o escocés, y la pícea noruega, o falso abeto (las imitaciones, ya se sabe).

¿Es mejor comer muslo o pechuga?

Este es uno de los dilemas más frecuentes en las comidas navideñas, donde el capón (y similares) es un plato típico. La respuesta es una cuestión de gustos. Pero también de química, que es la que explica por qué la pechuga es más blanda, seca e insulsa, y el zanco, más duro, jugoso y sustancioso.  Las patas son las zonas que más ejercita una gallinácea, por lo que sus músculos presentan más fibras musculares largas y gruesas. Y cuantas más fibras hay que cortar y masticar, más dura resulta la carne. Las patas también presentan más cartílagos y tendones, cuyo principal constituyente es el colágeno, una proteína que, al calentarse, se convierte en gelatina. Y eso hace que la carne sea más jugosa. El sabor depende de los compuestos que se forman durante el cocinado, y que se originan a partir de las proteínas y otras moléculas presentes en las células.
Y de nuevo, las células de los tejidos que más trabajan presentan una concentración  mayor de estas moléculas.