Como su propio nombre indica, la basílica de Don Bosco, en la localidad italiana de Castelnuovo, está consagrada a la figura de San Juan Bosco, santo italiano que fue fundador de la orden de Los Salesianos.

Y en el relicario del templo se conservaba hasta ahora una reliquia muy especial: una ampolla que conservaba un fragmento del cerebro del santo. Y hemos dicho que se conservaba, porque ha sido robada.

El método que usaron los asaltantes fue de lo más sencillo, ya que para poder operar con impunidad, colgaron a la puerta de la basílica un cartel que decía “Cerrado por obras”. Con todo, la policía busca a un posible sospechoso, un hombre vestido de peregrino cuya actitud extrañó a los habitantes del lugar, y al que se vio horas antes del robo rondando por el templo.

¿Cuál puede haber sido la causa del robo? De momento no está clara, pero se barajan todas las hipótesis. Desde que pretendan vender el cerebro del santo a un coleccionista de reliquias, a que quieran usarla para algún tipo de ritual satánico.

Hay que recordar que ya en 2011 fue robada otra reliquia de este santo, el hueso de una de sus manos que se conservaba en una capilla de Génova. Pero el arzobispo de Turín logró convencer al ladrón, a través de una carta publicada en un periódico, para que la devolviera de forma anónima.

Este suceso sirve para volver a poner de actualidad el tema del tráfico ilegal de reliquias humanas.

Se han llegado a pagar miles de dólares por la pierna putrefacta de una mítica actriz, o a violar las medidas de seguridad de un prestigioso museo para hacerse con el descomunal pene de un gánster. El delirante culto a ciertos cadáveres ha provocado el robo de los huesos de San Nicolás (el santo que dio pie a la leyenda de Papá Noel) y las vértebras del poeta John Milton. A continuación te presentamos los restos humanos desaparecidos (y algunos felizmente reencontrados) más célebres. Una auténtica memoria del saqueo de ultratumba

El cadáver de Charles Chaplin

En 1977, tres meses después de su muerte, el cuerpo de Charles Chaplin fue robado por una extravagante banda de delincuentes formada por mecánicos búlgaros. Su intención era pedir un cuantioso rescate, aunque al final no vieron ni un triste euro, porque fueron arrestados once semanas más tarde por la policía. Actualmente, los restos del gran cineasta están enterrados bajo una gruesa capa de 180 cm de cemento, para evitar que haya más profanaciones.

El corazón de Thomas Hardy

Existe una leyenda que afirma que cuando se disponían a embalsamar el cuerpo del escritor británico Thomas Hardy (autor de Lejos del mundanal ruido), su corazón fue devorado por un gato que correteaba por el sótano del cirujano. El órgano, según cuentan, fue sustituido por el de un cerdo sin que la familia se diera cuenta.

El diente de Galileo

Hasta en la ciencia existe el fetichismo. En 1737, los restos del célebre científico fueron exhumados para trasladarlos a la basílica de Santa Cruz de Florencia. Y el caso es que, durante la operación, varios discípulos del sabio se quedaron con una pieza dental para poder rendirle honores.

Un escroto tasmano

Al morir en 1876 el último varón aborigen de pura sangre de Tasmania, conocido popularmente como King Billy, un médico inglés robó la bolsa escrotal para utilizarla como saquito para guardar el tabaco. Sin comentarios. Actualmente, la pieza ha sido donada a un muse local donde queda como ejemplo de algunas de las atrocidades cometidas por el colonialismo

El pene de Jon Dillinger

Dicen que el miembro viril del célebre gánster alcanzaba los 50 cm en erección. Tras ser acribillado a tiros por el FBI (cuando salía de un cine de ver una película de Clark Gable curiosamente titulada El enemigo público número uno), el forense que hizo la autopsia le amputó el falo y se lo vendió años después al instituto Smithsonian de Washington. Algún día habrá que estudiar qué oscuros deseos despertaba ese órgano mutilado, porque el pene fue sustraído misteriosamente en 1972 del museo. El robo jamás fue aclarado.

El oído de Beethoven

Durante la autopsia al cadáver de Ludwig van Beethoven se le extirparon los huesos temporales de los oídos, para estudiar las causas de su sordera. En esta ocasión tampoco faltó un espabilado cerca, en este caso un tal Anton Dotter, ayudante de uno de los forenses, que se quedó con dichos huesos cuando finalizó el examen médico. Se sabe que Dotter sacó una buena suma vendiéndoselos luego a otro doctor extranjero. Como en otros casos, de los restos… si te he visto, no me acuerdo.

El pene de Napoleón

Tras la muerte de Napoleón Bonaparte, Paul Vignali, un clérigo que fue su enemigo personal, ordenó que le amputaran el pene, al parecer de pequeño tamaño, para así ridiculizar la figura del emperador y contribuir a destruir su mito. El miembro estuvo en posesión de la familia Vignali durante muchos años. En 1999 fue vendido por cuatro mil dólares en una subasta a John Lattimer, un estadounidense de profesión urólogo. Hay que decir que s elo enseña a todas sus visitas. Detalle de bastante mal gusto, ¿no creen?

El seno de Marilyn

En el universo del tráfico de reliquias humanas, la realidad y la ficción se mezclan con frecuencia. Así, circula una leyenda que afirma que al cadáver de Marilyn Monroe le amputaron un seno en el depósito de cadáveres para vendérselo a un millonario que era admirador suyo. Se dice también que el pecho desaparecido fue sustituido luego por uno artificial. Sinceramente… dudamos de la veracidad de esta historia, pero si alguien conoce más datos al respecto, que nos los haga llegar.

La cabeza de Oliver Cromwell

La cabeza momificada del político británico (decapitado por sublevarse contra la monarquía) fue exhibida a la entrada de la Abadía de Westminster hasta que un día cayó al suelo y el soldado que hacía guardia se la llevó para venderla. El trofeo fue exhibido en ferias ambulantes y pasó por varias manos, entre ellas las del actor Samuel Russell, quien cobraba una libra por enseñarla, y las del doctor Thomas Wilkerson, quien tenía la macabra costumbre de pasear con el resto clavado en un palo. Imaginamos que espantaría a todos los transeuntes.

La testa de Enrique IV

Albricias, por fin un resto recuperado. Se trata de la cabeza del rey Enrique IV de Francia, asesinado a puñaladas en 1610. Su tumba fue saqueada durante la Revolución Francesa, y el resto fue robado, pasando de las manos de un dueño a otro hasta que en 1947 cayó en poder de un pintor de Montmartre. Durante décadas, el artista trató de convencer a las autoridades del Louvre de que aquella era la testa desaparecida del monarca, pero nadie le creyó. Hasta que el pasado diciembre el historiador Philippe Charlier analizó el resto y pudo demostrar su autenticidad.

La cabeza de Jospeh Haydn

El célebre compositor perdió literalmente su testa, pero afortunadamente después de muerto. Tras su fallecimiento en 1809, un grupo de frenólogos que pensaban que la esencia del talento y de otras facultades artísticas podían descubrirse estudiando el cráneo de un genio, decidieron apoderarse de la cabeza del compositor. Dicho y hecho, los sabios fueron al cementerio y, como si fueran vulgares saqueadores de tumbas, profanaron el sepulcro de Haydn y decapitaron el cuerpo. Hubo que esperar hasta 1920 para que un investigador decidiera seguir el rastro del robo y descubriera que la calavera del músico había ido pasando de mano en mano, hasta que en 1839 fue comprada por la Academia de Música de Viena. Y efectivamente, el detective la encontró allí, conservada en una urna de cristal casi como si fuera un objeto de culto religioso.

La calavera de Gerónimo

¿Has oído mencionar la Skull and Bones? Se trata de una centenaria asociación de estudiantes de la prestigiosa Universidad de Yale. Pues bien, además de tratar de sacar buenas notas, hubo un tiempo en que los muchachos de esta fraternidad se dedicaban a cosas “tan divertidas” como saquear tumbas. En 1918, un grupo de estos universitarios, entre los que estaba el abuelo del mismísimo George Bush, jr., robaron la calavera y varios huesos del que fue el jefe apache Gerónimo. Los restos del caudillo chiricahua se encuentran actualmente en una dependencia de la institución universitaria. Los apaches han puesto una demanda para que les sean devueltos.

La mutilación de Abraham Lincoln

Tras el asesinato del célebre presidente de EEUU se desató una extraña histeria colectiva. Todas las personas cercanas a él trataron de quedarse con alguna pertenencia suya como recuerdo. Este delirio afectó incluso a su cuerpo, del que robaron desde fragmentos del cráneo hasta mechones de su cabello.

La pierna de Sarah Bernhardt

En 1905, la legendaria actriz Sarah Bernhardt perdió una de sus extremidades inferiores tras un accidente, a causa de la gangrena. La pierna le fue amputada en un hospital de Oxford, y uno de los médicos se la vendió al empresario circense T. P. Barnum por seis mil dólares. El despojo fue exhibido en varios espectáculos, y luego guardado en el Museo Barnum de Nueva York; hasta que en 2008 fue devuelto al mismo hospital británico donde se realizó la amputación.

La rodilla de un asesino

Todo lo relacionado con Abraham Lincoln fue objeto de macabro culto tras su muerte. Y ese delirio alcanzó incluso a su asesino, el actor John Wilkes Booth. Prueba de ello es que de la mesa de la autopsia, uno de los ayudantes del cirujano se llevó tres huesos de la rodilla y la bala que tenía alojada en la misma, y los vendió en una feria ambulante.

La tibia de Allan Poe

Como si se tratara de uno de sus relatos, la tumba de Edgar Allan Poe fue profanada a finales del siglo XIX, y los saqueadores se llevaron varios huesos. Entre ellos una tibia. Los restos nunca fueron recuperados.

 

Una vértebra muy

En 1813, el cuerpo del rey Carlos I de Inglaterra fue exhumado. Cuando sus restos volvieron a recibir sepultura les faltaba, digamos, una pieza. Concretamente, la cuarta vértebra cervical. No se había perdido, no. Se la había quedado muy ladinamente como recuerdo un tal Henry Halford, presidente del Real Colegio de Médicos. ¿Y para que quería tan macabro recuerdo? Pues realmente para nada útil, porque la tradición cuenta que lo utilizaba como salero.

Las manos del dictador

En 1987, trece años después de la muerte de Juan Domingo Perón, en la sede del Partido Justicialista Peronista de Buenos Aires se recibió una extraña misiva. Era una carta anónima en la que se afirmaba que las manos del político habían sido sustraídas de su tumba, junto con su sable y otros objetos personales, y se exigía el pago del equivalente a 6,5 millones de euros para su devolución. Los peronistas se negaron a pagar el rescate, y de los restos desaparecidos de su amado líder nunca más se supo.

La mano del Ché

Tras el asesinato del Che Guevara, se dio la orden de cortarle un dedo al cadáver y enviarlo a Argentina para confirmar su identidad. El oficial al mando lo que hizo fue cortarle las dos manos. Cuando las recibió el ministro de Interior argentino, sintió repugnancia y se las entregó a su secretario para que se deshiciera de ellas. Pero el funcionario prefirió embalsamarlas y esconderlas en su dormitorio. Posteriormente, las vendió a un alto cargo de la embajada rusa, y las reliquias humanas fueron enviadas a Moscú, donde permanecieron hasta 1989, año en que se entregaron al Gobierno cubano.

La rodilla de Ben Johnson

Otro cadáver al que no dejaron reposar fue el del dramaturgo británico Ben Jonson, contemporáneo de Shakespeare y autor de la célebre Volpone. Su tumba fue saqueada con la intención de robarle ¡los huesos de las rodillas! Tal vez había un doble sentido en este robo, ya que Johnson era famoso por crear un nuevo tipo de verso llamado neck-versicle, versículo de la rodilla. O sea, que en este caos, al menos el ladrón era un tipo culto.

La calavera de Murnau

La tumba de F. W. Murnau, uno de los grandes maestros del cine mudo, autor de obras maestras como Nosferatu y Amanecer, fue saquead ala pasada noche en Berlín. Los vándalos se llevaron además el cráneo del director, dejando intacto el resto del esqueleto. La policía sospecha que el macabro robo tenga algo que ver con ritos ocultistas.

No hay que olvidar que Murnau formó parte de los círculos esotéricos belrineses en la década de 1920, y que su película Nosferatu fue producida por una logia. El cienasta alemán falleció en Los Ángeles en un accidente de tráfico tras fllmar su último alrgometraje, Tabú. La leyenda dice que los nativos de la isla polinésica donde se rodó el filme le maldijeron por profanar sus tierras sagradas.

La barba de Mahoma

En el santuario de Hazratbal, en Cachemira, se conserva una reliquia muy especial: nada menos que un pelo de la supuesta barba del profeta Mahoma. Durante generaciones, la reliquia ha sido custodiada por los miembros de una misma familia. En 1963, el pelo fue sustraído por un fanático religioso, quien meses después lo devolvió arrepentido de su mala acción.