Nada más anunciarse la obtención de esperma humano artificial, surgieron las preguntas de otros científicos sobre su viabilidad.

Robin Lovell-Badge, del Instituto Nacional de Investigación Médica de Reino Unido fue el primero en decir que el hecho de que los espermatozoides “tengan cola y puedan nadar no es prueba suficiente de que sean normales”.

De hecho, las primeras pruebas se hicieron con ratones, cuyos hijos murieron poco después.

Redacción QUO