Sergéi Skiripal es un antiguo coronel de los servicios secretos rusos que, en 2006, fue condenado por traición después de que se descubriera que pasaba información a los americanos. Tras pasar cuatro años en la cárcel, fue liberado en 2010, y se trasladó a vivir a Gran Bretaña. Y, ahora, se encuentra ingresado en estado muy grave, después de que los servicios de emergencia le encontraran semiinconsciente junto a una mujer en idéntico estado, en un centro comercial de la ciudad de Salisbury. Ambos mostraban signos de intoxicación por haber ingerido alguna sustancia desconocida. Y, aunque aún es pronto para saber que ha sucedido realmente, ya hay voces que especulan con que podría haber sido víctima de un intento de asesinato por parte del espionaje ruso.

No es la primera vez que se dice algo así. El caso más célebre de todos es el de el ex espía Alexander Litvinenko, que fue asesinado en 2006 con un elemento radioactivo, Polonio 210, que alguién puso en su taza de té en un local de Londres. La investigación resultante concluyó que no se podía demostrar la autoría del asesinato, aunque siempre se acusó a Vladimir Putin de haber dado la orden. Igual sucedió con la muerte de la periodista Anna Politkovskaya, muy crítica con su gobierno, y que fue asesinada de un tiro en la cabeza en el ascensor de su edificio de Moscú. Pero tampoco en esta ocasión hubo ninguna prueba consistente de que el gobierno ruso estuviera detrás del suceso.

Si retrocedemos al pasado, a los tiempos de la Unión Soviética, nos encontramos con otro suceso realmente espectacular, el asesinato del disidente búlgaro Giorgi Markov, que también ocurrió en Londres. Murió después de que le dispararan una bala con un arma camuflada en un paraguas. El autor en este caso si fue apresado y era un agente del KGB. El arma del crimen se conserva en un museo londinense y se la conoce como el «el paraguas búlgaro».

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Pero no solo los agentes rusos muestran un macabro ingenio a la hora de asesinar a sus enemigos. Recordemosel caso de Kim Jong-nam el hermano de Kim Jong-un, que murió en el aeropuerto de Kuala Lumpur después de que dos agentes norcorenas le rociaran en el rostro con el agente nervioso VX, considerado una de las armas químicas más letales que existen.

Vicente Fernández López