Si usted sospecha que su pareja le está siendo infiel, envíenos un par de prendas de su ropa interior e investigaremos restos de cualquier material genético”, promete Test infidelity, un laboratorio de pruebas de ADN especializado en cazar infieles.

Al leer esto, cualquiera puede imaginarse a su pareja con la bolsa de plástico en la mano buscando una prueba que demuestre su infidelidad. Un pelo de un color o grosor inadecuados, o incluso un chicle.

Cualquier resto del que podamos obtener una muestra de ADN puede servir hoy en día para pillarte en un desliz.

Algunos laboratorios incluyen en su web incluso una lista de los objetos susceptibles de ser procesados, y la probabilidad de encontrar muestras en cada caso. Pero ¿es tan fácil?

Historia de una mancha

En Quo decidimos averiguarlo, así que contactamos por email con varios laboratorios online que, como Test Infidelity, ofrecían este servicio, y nos hicimos pasar por un cliente imaginario.

En nuestro mensaje decíamos sospechar que estábamos siendo víctimas de una infidelidad, y preguntábamos si sería posible analizar una mancha de semen en unas sábanas, y comparar el ADN resultante con el nuestro y el de otra muestra de saliva de un “sospechoso”.

Nuestro único propósito era comprobar hasta qué punto nos hacían preguntas, sobre todo acerca de una muestra de saliva que, a todas luces, ni era nuestra, ni estábamos autorizados a utilizar.

De los seis correos enviados, recibimos respuesta a tres, y en ninguno encontramos advertencia alguna sobre la propiedad de la muestra.

Solo se preo­cuparon de comentarnos que el estudio de la mancha en cuestión requería, en realidad, dos análisis. Uno bioquímico, para comprobar que realmente era de semen, y otro genético, para extraer el ADN y compararlo con el nuestro.

Por último, habría que analizar la saliva adicional y cotejarla de nuevo con el resultado de las sábanas. ¿Los precios? Desde los 415 € que nos pedía un laboratorio con sede en Asturias, hasta los 850 dólares de uno online estadounidense, que hace análisis para el extranjero.

En EEUU, precisamente, el país en el que más pruebas de estas se realizan al año, no hay ninguna ley federal que las regule.

Solo algunos estados, como el de Nueva York, han legislado al respecto. Allí, como en Inglaterra, la ley obliga a pedir el consentimiento del dueño de un resto biológico para hacerle una prueba de ADN, sea como sea y para lo que sea.

“En España, según la regulación general so­bre protección de da­tos personales, es obligatorio el consentimiento para la obtención de información personal, lo que incluye el perfil de ADN. Aunque el la­boratorio desconozca la identidad, el resultado se va a asociar a un determinado individuo.

Por tanto, analizar el ADN sin consentimiento del sujeto del cual procede podría ser un delito”, aclara Pilar Nicolás, catedrática de Derecho y Genoma Humano de la Universidad de Deusto.

Según Alberto González de la Vega, experto en Genética Forense de la clínica ADF TecnoGen: “La clave está en el anonimato.

En estos casos, la identidad del propietario de ese ADN es desconocida y no existe ninguna vinculación entre quien pide el análisis y la muestra del estudio, por lo que no es necesaria ninguna autorización.” Es decir, cualquiera puede analizar nuestro ADN sin nuestro consentimiento, siempre que no diga que es nuestro y no lo use judicialmente. Y sin moverse de casa.

“Yo desconfiaría muchísimo de quienes hacen estas pruebas por internet, porque no sabemos ni cómo, ni cuándo, ni quién lo hace”, termina González de la Vega. Entonces, ¿cómo saber de qué laboratorio podemos fiarnos?“A falta de una regulación legal en España, la calificación de laboratorio acreditado en análisis de ADN se basa en la norma internacional ISO/IEC 17025 para laboratorios de ensayo.

Esta acreditación se otorga después de valorar la competencia técnica del personal, la idoneidad de equipos e instalaciones, y la estandarización de los métodos utilizados.La comunidad científica lleva mucho tiempo de­mandando el establecimiento de un sistema común de trabajo y solicitando a la Administración que estos análisis se ha­gan con garantías de calidad suficientes como para que no se cometan errores de trascendencia”, cuenta Ángeles Macías, portavoz de Genómica, un laboratorio que sí cumple este requisito.

Además, todos los laboratorios de ADN deberían pasar un examen anual de calidad que hace el Instituto Nacional de Toxicología. Esto asegura que las pruebas hechas en dichos centros tienen la misma fiabilidad que las de la Policía científica.Por tanto, para saber si estamos acudiendo al lugar adecuado, lo mejor es pedir el documento que acredita que ha pasado alguno de estos dos exámenes.

También es una garantía que el centro esté incluido en la web de la Sociedad Internacional de Genética Forense (isfg.org).

¿Validez legal?

Otra prueba genética, la más solicitada en los laboratorios españoles, es la de paternidad.

Hay dos formas de hacer una prueba de paternidad. Una, la de validez legal, que suele comenzar con una denuncia ante un Tribunal y que necesita de unos requisistos especiales para ser aceptada; y otra, la que no goza de esta validez y que solo requiere la autorización de quien tiene la patria potestad de un menor, si lo hubiera, para realizarle la prueba.Por tanto, y para terminar nuestra investigación, también enviamos cinco correos electrónicos ficticios a laboratorios online, pidiendo una pruebas de paternidad; por supuesto, sin validez legal.

En dicho email dejábamos claro que queríamos hacerla utilizando el pelo de un menor a escondidas de la madre, quien en realidad era quien tenía su patria potestad.

La mayoría no nos contestó, y los dos que sí lo hicieron nos pedían que les llamáramos por teléfono, para aclararnos ciertos términos. Además, en los formularios de varios de estos laboratorios a los que accedimos por medio de internet se dejaba claro: “La necesidad de la autorización del tutor del menor” para llevar a cabo el análisis, aunque este no tenga validez legal.Parece que en este caso tienen más cuidado. Y es que, en España, las pruebas de paternidad gozan de una regulación específica.

Padre a la fuerza

En primer lugar, la Constitución española reconoce el derecho del hijo a saber quién es su padre.

También la Ley de Enjuiciamiento Civil asegura que: “En los juicios sobre filiación, será admisible la investigación de la paternidad y de la maternidad mediante toda clase de pruebas, incluidas las biológicas”. Con la única excepción de los donantes de esperma.

Por tanto, según la ley, las pruebas de paternidad se hacen para salvaguardar los derechos del hijo.Por eso, aunque un juez no pueda obligar a nadie a someterse a esta prueba, la negación se puede considerar un agravante: “La negativa injustificada a someterse a la prueba biológica de paternidad o maternidad permitirá al Tribunal declarar la filiación reclamada, siempre que existan otros indicios de la paternidad o maternidad, y la prueba de esta no se haya obtenido por otros medios”, asegura el Artículo 767.4 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.

Por último, y para evitar abusos como los que se producían en el caso de los famosos, para que un juzgado admita una prueba de paternidad, la Ley apunta que será necesario que el demandante presente alguna prueba de filiación: relaciones de noviazgo, manifestaciones de testigos, convencimiento popular, morfología, un reportaje fotográfico, etc.Una vez admitida a trámite, aunque sea un laboratorio privado el que se encargue de realizar el análisis: “Para que sea válido, es obligatorio cuidar la denominada cadena de custodia, es decir, desde el consentimiento para la obtención y el transporte de la muestra hasta el análisis, todo tiene que ser acreditado y cumplido escrupulosamente”, asegura Nicolás.

Según los últimos estudios, el perfil del solicitante de este tipo de pruebas ha cambiado mucho en los últimos años. Antes eran mayoritariamente mujeres que solicitaban derechos y pensiones alimenticias para sus hijos; ahora, la mayoría son hombres anónimos que quieren asegurarse de que están pasando estas pensiones a los niños adecuados.

También se hacen otras pruebas de parentesco, como la hermandad y tiandad, pero en los últimos meses se ha producido un incremento de peticiones de perfiles de ADN.

Un dni del adn

“El caso de los niños adoptados que tardaron tanto en identificar tras el accidente de Barajas porque no tenían con qué comparar su ADN ha disparado las peticiones de perfiles genéticos de adultos adoptados y padres con hijos no biológicos.Como todavía no hay un registro oficial, nosotros entregamos el perfil y la propia muestra de ADN en una tarjeta, por si se necesitara en el futuro”, asegura González de la Vega.El perfil de ADN es una lista de números que resulta algo así como nuestro DNI genético.

Una prueba que también solicitan a menudo quienes tienen profesiones de riesgo, como los pilotos, los bomberos y los guardaespaldas.“Y familias enteras que temen morir juntos en un mismo siniestro y no tener cómo realizar una identificación rápida”, sigue González de la Vega.La diferencia fundamental entre las pruebas de paternidad, infidelidad y perfiles genéticos, y otras pruebas de ADN es que en las primeras la parte del ADN que se descifra solo sirve para identificación.

Son marcadores distintos en cada persona, pero no sirven para nada más que identificar. Son parte del llamado ADN basura.

Sin embargo, muchos de los análisis de ADN que se hacen para determinar si desarrollaremos una enfermedad en el futuro, por ejemplo, sí contienen información muy valiosa que, aunque aún no pueda ser descifrada al completo, podría ser mal utilizada en el futuro.

José Antonio Lorente, director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada, asegura: “El ADN es parte del patrimonio de una persona, de su privacidad, pero su genoma es patrimonio del conjunto de la humanidad (las personas comparten más del 99% de su ADN), y todos tenemos la obligación de evitar que se convierta en instrumento incontrolado de experimentación”.

Por eso, la Ley de Investigación Biomédica de julio de 2007 castiga duramente el mal uso de información genética con multas de hasta 600.000 euros. Por último, otro de los grandes miedos es que alguien falsifique nuestro ADN.

Pruebas falsas

“No es fácil alterar una prueba de ADN; es casi imposible, porque si alguien in­tentara cambiar o manipular una muestra, si se si­guen los controles de calidad adecuados, los especialistas lo detectarían.

Un señor in­tentó darnos el cambiazo introduciendo saliva de otra persona en su boca, pero al realizar los análisis lo descubrimos enseguida. Teó­ricamente sí es posible que alguien tome nuestra muestra biológica y la ponga en un lugar comprometido.

Por eso, en criminalística no es im­portante solo el resultado del estudio de la muestra, sino que todo debe encajar en el contexto general de la escena del crimen”, termina Lorente.

Redacción QUO