Si la mayoría de nosotros echásemos un pulso con una mujer del Neolítico, lo más probable es que lo perdiésemos. Así se deduce de los resultados de un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge, que ha tratado de evaluar la fuerza física de las mujeres prehistóricas.

Los autores del estudio realizaron reconstrucciones en 3D de brazos y piernas, a partir de los restos óseos que pertenecieron a 89 mujeres del Neolítico, y los compararon con los de otras tantas atletas de élite (todas ellas miembros de equipos profesionales de remo), y también con los de otras mujeres que llevaban un tipo de vida sedentaria.

Y el resultado fue que, mientras la fuerza de las piernas no mostraba diferencias sustanciales entre las mujeres de ambos períodos, no ocurría lo mismo con la de los brazos. Concretamente, los investigadores observaron que las mujeres prehistóricas tenían un 16% más de fuerza en las extremidades superiores que las remeras profesionales, y un 30% más que las que llevaban una vida sedentaria.

Los investigadores explican que esa asombrosa fortaleza física era fruto de los durísimos trabajos manuales que realizaban las mujeres del Neolítico. Algunos de los cuales, como moler el trigo manualmente con la ayuda de piedras, contribuían a desarrollar una portentosa musculatura y unos huesos muy fuertes. Además, los arqueólogos creen que también es probable que las mujeres se encargaran de ir a buscar comida y agua para el ganado doméstico, procesar la leche y la carne y convertir pieles y lana en textiles.

Respecto a los hombres, estudios anteriores también han revelado que la fuerza física de los varones prehistóricos era muy superior a los de las generaciones actuales.

Vicente Fernández López