Has visto tantas veces la foto que ya estarás cansado de ella. Como puedes ver en la imagen superior, los protagonistas son dos hombres y una mujer: la guapa, el piropeador descarado y la novia indignada. La foto, que no parecía dar más de si que para el objetivo para el que fue tomada, se convirtió en inspiración en Internet para elaborar un gran número de memes. Y nadie está más sorprendido de su éxito que el autor de la fotografía.

Una simple foto de archivo

El disparo lo ejecutó Antonio Guillem, un fotógrafo freelance de 45 años oriundo de Barcelona. Guillem pasa sus días elaborando fotos que están específicamente destinadas a bancos de imágenes. En la mayoría de sus proyectos ha trabajado con los mismos tres modelos, aunque ha reconocido que se separó de uno de ellos hace un año (Guillem se ha negado ha dar sus nombres aludiendo a la privacidad). Su equipo está formado por dos mujeres y un hombre que realizan posados en todo tipo de escenarios para nutrir todo tipo de sites en la Red.

Pero a mediados del año 2015, impulsado por el éxito que estaba teniendo su trabajo, Guillem quería diversificar un poco su apariencia. Según explicó a Wired: «Decidí correr algunos riesgos, planeando una sesión para representar la infidelidad en las relaciones de una forma lúdica y divertida». Él y sus modelos viajaron hasta Gerona, donde escogió un lugar en la calle y empezó a disparar su cámara. «Fue muy difícil conseguir expresiones faciales que fueran creíbles«, reconoce Guillem. «Principalmente porque siempre tenemos muy buen ambiente de trabajo y casi todo el tiempo una de las modelos se estuvo riendo mientras tratábamos de hacer la fotografía».

Para Guillem, la explosiva popularidad de una foto tomada hace dos años presenta más curiosidad que cualquier otra cosa. «Nunca pensé que una de mis imágenes sería tan popular», dice. «Ni siquiera sabía lo que es un meme hasta hace poco, cuando mis modelos comenzaron a hablarme de las creaciones que la gente estaba haciendo con nuestro trabajo».

Al igual que pasa con las cuentas verificadas, la popularidad en Twitter no se traduce en ganancias en la vida real. «Nuestras fotografías más populares tienen, de media, de 5.000 a 6.000 ventas al año. En cambio, la foto del meme se vende unas 700 veces al año. Su foto más vendida, una de una mujer sonriendo, se ha vendido en 13.000 ocasiones». En cambio, la foto del piropeador descarado, a pesar de su éxito, no le ha aportado ninguna ganancia.

Considera que los tuiteros actúan de buena fe

No obstante, Guillem dice que «no está preocupado por el asunto de los memes» ya que entiende que los que recurren a ellos en las redes sociales están actuando «de buena fe». Él afirma que solo emplearía acciones legales si las creaciones repercuten negativamente en su reputación o en la de los modelos.

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Afirma estar enamorado de su trabajo. Anteriormente, antes de que la economía española sufriera el golpe demoledor de la crisis, se ganaba la vida creando diseños tridimensionales para empresas constructoras. Después, tras un período desempleado, decidió coger su cámara. «Comencé sin tener ni idea de este negocio y ni siquiera tenía muchos conocimientos de fotografía. Tras tres años y medio, vendía 1.600 fotos cada día«. Guillem opina que unas semanas de viralidad no implican ningún tipo de éxito que él no haya alcanzado antes. Además, reconoce (y con razón), que tampoco puede usar este hecho como parte de su trayectoria profesional.

«En cuanto a lo que pienso de que la foto se haya vuelto viral, creo que la imagen era un buen punto de partida para quien tuvo la gran idea de convertirlo en una metáfora que funciona con casi todo«.

Rafael Mingorance