Es imposible pasar por alto el estreno de una de las películas más esperadas del año: La bella y la bestia. Nos acompañó durante nuestra infancia, con cuentos como La Cenicienta o La sirenita, contándonos historias de cómo dos polos completamente opuestos acababan juntos y comían perdices. El cine también nos ha hecho un flaco favor vendiéndonos esta imagen. De hecho, un estudio descubrió que casi el 80% de las personas creen que seres completamente opuestos se atraen sin remedio.

Según explica el profesor Viren Swami, psicólogo social de la Universidad Anglia Ruskin en Cambridge, en The Conversation, esta creencia es un mito popular. Varios estudios a lo largo de la historia han demostrado que los opuestos tienden a repelerse y no a atraerse como hemos pensado toda la vida.

Por ejemplo, en la década de los 50, el sociólogo Robert Francis Winch argumentó que, cuando se trata de nuestra personalidad, lo que importa no es la similitud sino la complementariedad. Basándose en estudios con varios matrimonios, sugirió que las personas se sienten atraídos por otras personas que tienen rasgos de la personalidad que creen que les falta. Pero lo cierto, es que no existen evidencias para apoyar esta hipótesis. Varios estudios realizados con parejas y amigos han encontrado siempre que son más propensos a establecer lazos cuando sus personalidades son muy similares.

Un nuevo estudio realizado con más de 45.000 personas, intentó demostrar que la cultura popular se equivocaba. Y lo hizo. Encontró que aquellas personas con personalidades y gustos similares eran más propensos a ser amigos que aquellos que eran completamente opuestos. Además, en cuanto a uniones románticas, se establecían lazos más fuertes y sólidos. No solo este estudio ha podido demostrar esto. Una revisión de 313 estudios en los que participaron un total de 35.000 voluntarios ha demostrado que la similitud es un marcador muy fuerte para predecir la atracción en las primeras etapas de una relación. Es más, no encontraron ningún tipo de evidencia de que los polos opuestos se atraen.

Fuente: theconversation.com

Rafael Mingorance