Aún no hemos alcanzado el peak del petróleo, y la anunciada crisis globla del agua todavía tardará en llegar. Pero, el mundo se enfrenta por primera vez a una crisis nunca antes vista: ¡se están acabado los lápices de colores! Y la culpa de ello no la tienen los niños, como podría parecer en un primer momento, sino el consumo desaforado de los adultos.

Suena a disparate, lo reconocemos, pero es una realidad inapelable. Y el orígen de todo se encuentra en el auge que han tenido los libros de colorear para adultos, que en países como Estados Unidos, Brasil o Nueva Zelanda, han adquirido el rango de auténticos best sellers.

Y, muchos se preguntarán: ¿qué hacen adultos hechos y derechos pintando de colorines las ilustraciones de un libro? Pues relajarse. Porque muchos especialistas aseguran que algo tan sencillo resulta una terapia muy eficaz para combatir el estrés y los trastornos de ansiedad.

Sea como sea, el hecho es que el consumo de lápices de colores se ha disparado hasta el punto de que los fabricantes de este producto no logran hacer frente a la gran demanda existente. En las fábricas de Faber Castell, por ejemplo, han llegado a duplicar los turnos de trabajo, según informó The independent.

Así que ya saben… La próxima vez que vayan a comprar lápices de colores hagan un consumo responsable. No acaparen y piensen que hay más gente que también desea tenerlos.

Redacción QUO