Los modernos televisores cambian de canal con un gesto, las lavadoras inteligentes conocen con detalle el fondo de armario más complejo, las sofisticadas neveras avisan cuando los yogures van a caducar y los últimos modelos de aire acondicionado saben si el señor de la casa está de camino y si llegará acalorado. Es un nuevo comienzo para la vivienda. El hogar inteligente ha nacido, ha despegado sus jóvenes párpados y te está mirando desde los electrodomésticos. Es débil, pero hay grandes esperanzas puestas en él.
Capacidad para aprender
“Por el momento, las soluciones que hay a nivel industrial son bastante primitivas y no se pueden personalizar tanto como a uno le gustaría”, advierte el ingeniero informático de la Universidad Politécnica de Valencia Vicente Pelechano. Tampoco es posible desarrollar un sistema que centralice toda la inteligencia en una casa. Pero pronto llegará a conocer todo aquello que su dueño permita. Podrá decidir “incluso aprendiendo de lo que vas haciendo a diario”, apunta Pelechano. Sugerirá a los niños un canal de dibujos animados cuando enciendan la televisión, tendrá preparado el baño de la madre a su vuelta del gimnasio, recordará al abuelo tomar sus pastillas y ayudará a todos con la limpieza.

Pelechano, quien también es el responsable de los proyectos del inteligencia ambiental del Centro de Investigación en Métodos de Producción de Software (PROS) de la Universidad valenciana, recuerda que se puede medir la presión arterial y el ritmo cardíaco incorporando sensores a la ropa. Junto a otros sensores que detecten movimiento anómalo, podría desarrollarse un equipamiento vital en los hogares de las personas mayores. También indica que hace tiempo que Microsoft experimentó con un sistema capaz de conocer el estado de estrés de un oficinista para hacerle observaciones oportunas que rebajaban su estrés. Mitsubishi ya ha anunciado un concepto de casa inteligente capaz de captar hasta el humor de sus habitantes.
Escondido de tu casa
“Por separado, casi todo está resuelto”, asevera el investigador. Pero integrarlo en un mismo espacio es un problema.
Y no es el peor; la comunicación entre las soluciones de las distintas marcas es un escollo posiblemente insalvable. En el futuro próximo solo cabe esperar que cada una ofrezca su propia solución, incompatible con las de sus competidoras. Y eso significa exponerse a graves fallos de seguridad y renunciar definitivamente a la privacidad tal y como la entendemos.

Cuando una empresa sepa, por la firma energética de un hogar, cuándo se calienta la tostadora y cuándo el televisor, qué inconfesables hábitos de higiene no pueden faltar en la casa, el momento exacto en que se va a hacer la compra… el propietario será presa fácil de una mercadotecnia muy persuasiva. Seguro que tampoco le parece muy bien que su casa decida que no le pasa las llamadas de su ligue porque en la última conversación se le ocurrió decir que no volvería a dirigirle la palabra. Al final, habrá que disimular hasta cuando uno esté en su propio hogar.

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El ‘street view’ en casa
Los mapas que ha hecho Google de las calles del mundo son un trabajo impresionante, pero la ambición de la empresa es infinita y ahora impulsa el proyecto Tango. Se trata de usar un dispositivo parecido a un móvil para hacer un mapa 3D de los interiores por los que se mueva. Si funciona, será posible poder visitar cualquier edificio desde casa.

Redacción QUO