Thor, Odin… Son los nombres de algunas de las deidades que asociamos con los vikingos. Y, ahora, un nuevo estudio realizado por especialistas de la Universidad de Upsala, en Suecia, sugiere, que estos guerreros no miraban hacia sus dioses buscando ejemplos morales, ni pretendiendo que castigaran las injusticias.

Siempre se ha considerado que las religiones basadas en la creencia en un dios único y omnipotente, como el cristianismo, el islamismo y el judaísmo, jugaban un papel crucial a la hora de vertebrar las sociedades, favoreciendo la convivencia entre sus miembros, por el procedimiento de condenar determinados comportamientos, y estimular otros.

Pero los investigadores suecos postulan que los vikingos también desarrollaron una sociedad compleja y armoniosa (al menos, todo lo que podía serlo en su época), a pesar de tener una religión basada en el culto a muchos dioses. Pequeños dioses, incluso, si se les compara con los de los cristianos, musulmanes y judíos.

A diferencia de lo que ocurre en esas tres grandes religiones, los dioses vikingos no eran todopoderosos. Ni siquiera inmortales. Y sus comportamientos podían ser en ocasiones juzgados de inmorales (algo que también ocurre en otras mitologías como la griega).

Los investigadores explican que, aparte de sus dioses, los vikingos también creían en la existencia de otras criaturas sobrenaturales, como elfos y ogros. Pero no veían ni a unos ni a otros como un factor determinante en sus vidas, como algo que pudiera determinar su éxito o su fracaso. Aunque se esforzaban por no provocar su ira.

Para los autores del estudio, el caso vikingo es un ejemplo de que no es necesaria la creencia en un dios todopoderoso y moralmente superior, para favorecer el desarrollo de una sociedad compleja, y los lazos entre sus habitantes.

Fuente: LiveScience.

Vicente Fernández López