En los últimos 30 años, el 83% de los muertos por derrumbamientos de edificios durante un terremoto se han producido en países corruptos. Así lo señalan en un artículo de la revista Nature dos investigadores, Nicholas Anbraseys y Roger Bilham, de la Universidad de Colorado (EE.UU.), con motivo del primer aniversario de la catástrofe de Haití.

Un terremoto como el que asoló la isla caribeña (de magnitud 7 en la escala Richter) no causó ningún muerto en Nueva Zelanda. En Haití se habla de que podrían llegar hasta los 200.000 fallecidos.

Según Anbraseys y Bilham, los edificios mal construidos son una de las causas de que un terremoto pueda convertirse en una tragedia. Y la responsabilidad última de que se construya en condiciones depende de los gobiernos.

En la última década, según los investigadores, han fallecido en el mundo una media de 60.000 personas por desastres naturales. Esta fatal consecuencia se podría evitar si se construyeran edificios preparados para este tipo de catástrofes. “Construir mal es un asesinato en potencia”, aseguran.

El estudio pone en evidencia la correlación entre corrupción y la incidencia de los desastres naturales. Para ello cotejaron la lista de terremotos recientes con los datos de la renta per cápita de la población y el Índice de Percepción sobre Corrupción y Transparencia Internacional. Los investigadores señalan que donde la corrupción es extrema, sus efectos son manifiestos en el sector de la construcción. Mientras que Haití recibe la puntuación máxima en dicho índice, Nueva Zelanda logra la mínima.

Redacción QUO