San Valentín es una celebración controvertida en la que las expectativas y la decepción pueden romper parejas y agravar los problemas

El origen de la festividad de San Valentín tampoco es precisamente de buen agüero. Las leyendas (múltiples y divergentes) hablan de Valentinus, un predicador de siglo III que oficiaba bodas entre cristianos, y que fue detenido y llevado ante el emperador romano Claudio II, quien le cogió cariño. Pero cuando Valentinus se negó a abdicar de su fe, fue lapidado y apaleado, y finalmente decapitado frente a la puerta Flaminia de Roma.

No sabemos qué relación tenía Valentinus y el emperador, pero se cuenta que antes de morir le dejó una nota firmada “De tu Valentín”, de la que nacen las dedicatorias actuales.

Aunque en realidad la celebración es una sustitución cristiana de las Lupercalia romanas, festejos de la fertilidad que se celebraban entre el 13 y el 15 de febrero. Durante estas fiestas se azotaba a las mujeres con cintas de cuero de cabra empapadas en la sangre de los sacrificios animales.

A esto seguía una lotería de emparejamientos, la versión chunga de First Dates, en la que los hombres extraían papeletas con el nombre de mujeres de las que podían disfrutar mientras duraran las fiestas.

La festividad de San Valentín en la actualidad, como otras muchas, es un inmenso negocio. Un informe de Bankinter Consumer Finance de 2018 indica que de media cada persona gasta 34,84 € adicionales en este día, principalmente en flores y bombones, aunque el gasto medio en los productos de lujo supera los 100 €. En EEUU, donde el mito romántico se mide en dólares, se prevé un gasto de 27.000 millones para este día en 2020.

El día de San Valentín es tóxico para las relaciones establecidas y para las personas que no tienen pareja, según el psicólogo Jonathan Fader. Los singles se sienten inadecuados en medio de la celebración, pero las parejas pueden llevar la peor parte. Un estudio de Facebook de 2010 descubrió que las rupturas de relaciones anunciadas en la red social tenían un pico justo después del día de San Valentín.

Estos son algunos de los motivos por los que San Valentín es una mala idea:

Expectativas exageradas

Las películas, los medios de comunicación y los comercios ayudan a inflar las expectativas para este día, que incluyen regalos caros, diamantes, cenas sorpresa y viajes, por lo general a cargo de los hombres. Cuando no se materializan, o se quedan cortas (un paseo por el parque en lugar de un viaje al Caribe) llega la decepción y se cuestiona la validez de la relación.

Odiosas comparaciones

Además de las expectativas anteriores, la presión social proviene de las personas de nuestro entorno, que pueden revelar lo que hicieron por ellas en este día, y hacer sentir inadecuadas a quienes no hicieron o recibieron tanto, fuera en términos monetarios o en romanticismo. Las comparaciones pueden arruinar a posteriori lo que había sido una celebración perfectamente válida.

Magnificación de los problemas

Cuando las relaciones ya se encuentran con problemas, las expectativas, obligaciones y decepciones solo vienen a agravarlos, ya que se tiende a identificar un San Valentín “perfecto” con una relación perfecta, y quedarse cortos acentúa la falta de satisfacción.

Acordarse del amor solo en San Valentín

Lo peor de la celebración es suponer que celebrar el amor entre dos personas es algo de un solo día, y perder la oportunidad de mostrarlo con gestos, aunque sean sencillos, todos los días. El terapeuta John Gottman identifica estos gestos cotidianos como la mejor forma de predecir si la relación tiene futuro, mucho más que los diamantes, las flores y los bombones.