La grasa parda, un tipo de tejido adiposo, protege frente a enfermedades metabólicas y cardiovasculares, al contrario que la grasa blanca

Un estudio dirigido por Paul Cohen, médico del hospital universitario Rockefeller en EE.UU, ha constatado los beneficios de tener grasa parda en el cuerpo. La investigación mostró que, en las personas que tienen mayor proporción de este tipo de tejido, disminuyen las afecciones cardiacas y las enfermedades metabólicas, como la diabetes o la dislipidemia (niveles alterados de colesterol en sangre).

¿Qué es la grasa parda?

Pensamos habitualmente que la grasa o tejido adiposo es donde se almacena el exceso de energía en el cuerpo, por ejemplo en el abdomen o las caderas. Sin embargo, es menos conocido que hay dos tipos de grasa.

Los adipocitos, las células de grasa, pueden ser de dos tipos. Los adipocitos de grasa blanca poseen una gran gota de grasa en su interior y sirven como reserva de energía. En cambio, los adipocitos de grasa parda contienen muchas gotitas de grasa y además una mayor cantidad de mitocondrias, las fábricas de energía de la célula.

La función principal de la grasa parda es producir calor y mantener la temperatura corporal. Por este motivo es un tejido muy irrigado por vasos sanguíneos.

En lugar de almacenar energía, la grasa parda consume energía para calentarnos, por lo que necesita glucosa y lípidos. Es decir, es un tipo de grasa que quema grasa.

grasa parda cuello hombros

Fuente: Andreas G. Wibmer/Heiko Schöder/MSKCC

Anteriormente se creía que la grasa parda  solo estaba presente en mamíferos que hibernan, y en el caso de los humanos, en recién nacidos. Sin embargo, en 2009 se comprobó que los adultos también poseen grasa parda, sobre todo en ciertas partes del cuerpo como el cuello y los hombros.

Así te protege la grasa parda

Los investigadores estudiaron a pacientes de cáncer a quienes se habían realizado pruebas de imagen (tomografías) para evaluar su evolución. De los más de 50.000 pacientes que sometieron a la exploración, menos del 10% tenían cantidades apreciables de grasa parda.

Entre los participantes que tenían grasa parda, un 4,6% sufría diabetes tipo 2, mientras que entre quienes no la tenían la cifra aumentaba hasta el 9,5%. Un resultado similar se observó con el colesterol: el 18,9% de las personas con grasa parda tenían colesterol anormal, en comparación con el 22,2% para quienes no tenían grasa parda.

La grasa parda también tenía efectos positivos sobre la hipertensión y la incidencia de enfermedades cardiovasculares como la insuficiencia cardíaca y ateroesclerosis

En los análisis de sangre se comprobó que los pacientes con grasa parda tenían mejores valores de glucosa, triglicéridos y colesterol HDL en sangre.

Por último, la grasa parda ejercía un efecto protector en los pacientes con obesidad, que tenían una incidencia de afecciones metabólicas y cardiacas similares a las de las personas no obesas.  En palabras de Cohen, “parecían estar protegidos del efecto nocivo de la grasa blanca”.

Los investigadores reconocen que el estudio se realizó en pacientes con cáncer que no son una muestra representativa de la población general. Pero por otra parte, la cantidad de grasa parda presente en la muestra podría ser mayor, ya que se pidió a los voluntarios que evitaran la exposición al frio, el ejercicio y la cafeína. Todos estos factores contribuyen a que la grasa blanca se transforme en grasa parda.

 

REFERENCIA

Brown adipose tissue is associated with cardiometabolic health

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