Aunque los británicos sean famosos por ello y por los rituales rimbombantes que mantienen alrededor de esta infusión de hojas y brotes de la planta del té, es otra cultura la que lleva nada menos que 4.000 años disfrutando de su peculiar sabor: la China. Se ha usado como medicamento, ofrenda, alimento y como lo conocemos ahora, como infusión. Este último uso se popularizó en la dinastía Tang (618-907 d.C).

Es más, actualmente, al igual que Inglaterra, es una bebida que se bebe con frecuencia y se ofrece a las visitas. Y en casi todo el mundo, es la única forma de que tomemos agua caliente sin rechistar. Pero los Chinos rompen el molde. Sea la época del año que sea, beben agua caliente para saciar su sed ¿Por qué? Por los beneficios que aporta a nuestro organismo. Según afirman, no solo ayuda a disolver y procesar la grasa de los alimentos o a eliminar toxinas y relajar el sistema nervioso, sino que también alivia la acidez, disminuye los gases, los calambres en el abdomen, la indigestión aguda y ayuda a adelgazar.

De hecho, en la mayoría de hoteles asiáticos disponen de calentadores de agua, algo que choca frontalmente con la máquina de hielo que encontramos en la mayoría de alojamientos occidentales.

Rafael Mingorance