Todos pensamos que al atravesar la puerta de acceso a la consulta de nuestro médico nos encontraremos con un profesional que, independientemente de nuestra raza, género o nivel económico, nos tratará con el mismo rasero que a cualquier otro paciente. Los estudios científicos, sin embargo, demuestran que esa es una idea completamente equivocada.

«Consideramos que los médicos son personas bondadosas y entregadas, explica el médico de familia Javier Padilla. Los vemos como alguien que se debe a su trabajo y su vocación, y por eso no nos damos cuenta de que todos los sesgos que se aplican en las relaciones humanas en general también se aplican, mucho más de lo que se piensa, en la consulta del médico».

Un estudio realizado en Estados Unidos confirma, por ejemplo, que la calidad percibida en la atención médica es inferior entre las personas de minorías étnicas si son atendidas por médicos blancos. Igualmente, en dicho país, otro estudio confirmaba esa falta de calidad percibida entre pacientes con una orientación sexual diferente. Y otra investigación mencionaba una inferior derivación al especialista en el caso de las mujeres con patologías cardiacas como la angina de pecho o el infarto.

También se ha demostrado que se realizan más citologías sobre mujeres de clase social alta, mientras que las estadísticas establecen que, al contrario, son las féminas de clase social baja las que tienen más tendencia a sufrir cáncer de cérvix. En paralelo, otro estudios confirman que las mujeres obesas sufren en las consultas un proceso de estigmatización.

A todos ellos se suma un reciente estudio realizado en España y publicado en el European Journal of Health Economics. Sus resultados llegan a la conclusión de que los médicos de atención primaria de nuestro país tienden a derivar con más rapidez hacia el especialista a los pacientes con mayor nivel económico. Los más pobres, por tanto, sufren mayores listas de espera. «Las estadísticas nos dicen que las personas de inferior clase social sufren de patologías más graves, por lo que tendría que ocurrir exactamente al contrario», explica Padilla.

Eso significa que, si eres blanco, varón, sin problemas económicos, heterosexual y no obeso, es bastante posible que tu médico te trate mejor en su consulta e, incluso, te realice más pruebas diagnósticas y te mande con más rapidez al especialista.

«El verdadero problema es que no asumimos que esto es un problema, explica Padilla. La solución a esta diferencia de trato tendría más fácil arreglo si los médicos fuéramos conscientes de ello. Y también si las estructuras de gestión reconocieran esta realidad».

[image id=»63778″ data-caption=»Mapa de las diferencias raciales en las cifras de mortalidad por cáncer de mama en Estados Unidos. En las ciudades señaladas las mujeres de raza negra tiene más posibilidad de morir de esta dolencia en cada localidad. Estudio realizado por el Sinai Urban Health Institute y financiado por la Avon Foundation.» share=»true» expand=»true» size=»S»]

De forma paralela, se acaba de hacer público un estudio de Estados Unidos que confirma que la raza es un problema a la hora de superar un cáncer de mama. Las mujeres negras mueren a causa de esta enfermedad con mucha más facilidad que las féminas blancas.

Esta investigación, financiada por la Avon Foundation y publicada en la prestigiosa revista Cancer Epidemiology, extrapola datos actuales y los compara con estudios realizados hace dos décadas. Las cifras confirman que hace 20 años las probabilidades de fallecer de esta dolencia eran similares independientemente de la raza. Con el paso del tiempo los fallecimientos de mujeres blancas se han reducido sustancialmente, los de mujeres negras se han mantenido estables, llevando a esta gran diferencia.

En la actualidad, las probabilidades de morir de ello aumentan un 40% si eres de raza negra. En algunas zonas, esta disparidad racial es incluso mayor, como por ejemplo en Los Ángeles, donde ese incremento sube al 70% o Memphis, donde en proporción mueren el doble de mujeres negras que de blancas. Los responsables del estudio niegan que esta brecha en la mortalidad tenga que ver con la genética, sino básicamente con diferencias de acceso al diagnóstico y el tratamiento.

Redacción QUO