¿Qué factores económicos, sociodemográficos y culturales podrían estar provocando el aumento incesante de consumo de antidepresivos en Europa? La necesidad de respuesta ha llevado a profesionales del Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria (Idiap Jordi Gol) y del Servicio de Farmacología del Vall d’Hebron a realizar un estudio en Suecia, Noruega, Dinamarca, la región del Véneto y Cataluña.

El análisis, que ha durado cinco años, ha vinculado el uso de estos fármacos con algunos factores, como el PIB y gasto farmacéutico, tasas de inmigración, paro, suicidios, número de médicos y psiquiatras por habitante, individualismo, masculinidad e incertidumbre, entre otros. El aumento en este periodo fue general, pero se observó mayor tendencia en Dinamarca y Cataluña (un 22%). En Dinamarca, por ejemplo, 83,8 dosis diarias por cada mil habitantes). Aunque fue así en todas las edades, a nivel de género se confirmó que la ingesta femenina era de dos a tres veces mayor que la de los hombres en todas las zonas.

Curiosamente, los resultados contrastan con la menor presencia de mujeres, y también de personas mayores, en ensayos clínicos, según destacan los investigadores de Idiap Jordi Gol, por lo que se considera urgente iniciar estudios observacionales para evaluar el uso de antidepresivos por parte de estos grupos de población.

El estudio no ha podido confirmar la relación entre una mayor desempleo y el incremento del consumo de antidepresivos. En cuanto a la inmigración, el país de origen, las dificultades en el lenguaje y las diferencias en la manera de expresar externamente los síntomas psicológicos, sí pueden determinar un menor uso de los recursos sanitarios en relación con la patología depresiva. La investigación concluye también que en las regiones con una mayor tasa de médicos de atención primaria por habitante también se comprobó un menor consumo de antidepresivos.

Marian Benito