Los robots pueden ayudar a las personas a superar las disfunciones sexuales y no sería una idea descabellada que su prescripción se incluyese en un futuro cercano dentro de las coberturas de los seguros de salud. Así lo propone Marianne Brandon, psicóloga clínica y terapeuta sexual, y así lo ha expuesto en el último Simposio de Salud Mental de la Sociedad de Psicología Evolutiva Aplicada. Brandon argumentó que los médicos podrían algún día recetar robots sexuales hiperrealistas a pacientes diagnosticados como «sexualmente disfuncionales».

¿Hay que tomarse en serio esta solución para un problema tan extendido? Alrededor del 60% de las mujeres y el 40% de los hombres padece algún tipo de disfunción o trastorno sexual, de acuerdo con los datos que maneja la Asociación para la Investigación de las Disfunciones Sexuales en Atención Primaria. Eyaculación precoz, impotencia, anorgasmia… son algunas de las más habituales y más conocidas por todos, pero existen otras muy desconocidas que pasan desapercibidas.

¿Cuál sería el precio de ponerse en manos de un robot?

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Donald Iain SmithGetty Images

En un artículo que publicó en Psychology Today, Brandon explicó los resultados de sus observaciones con los robots sexuales en desarrollo y asegura que en poco más de una década habrá versiones mucho más sofisticadas capaces de practicar cualquier acto sexual imaginable o de mostrar cualidades similares a la inteligencia, el ingenio o cualquier otro rasgo que uno desee. La psicóloga no ve lejos el día en que pueda aprobarse una legislación que permita a los médicos recetar este tipo de robots.

Sin embargo, el escenario que ella plantea es bastante desesperanzador. ¿Quién dirigirá y controlará a estos robots? ¿Qué ocurrirá con las relaciones humanas? Según Brandon, teniendo un robot como compañero perfecto, atractivo, obediente y siempre dispuesto, la calidad de la relación íntima con la pareja se deteriorará y habrá menos motivación para trabajar los problemas con ella. Y si esto ocurriese, los robots serían una amenaza para las parejas estables e incluso las tasas de natalidad.

Marian Benito