¿La aparición de un superpolen es el precio que pagamos por el progreso? La virulencia que ha adquirido parece que fuera una rebelión de la naturaleza. La biología ha dotado a las plantas de unas proteínas relacionadas con la patogénesis que ac­túan como mecanismo de defensa frente a las agresiones externas, las naturales (co­mo un cambio brusco en la temperatura o una infección por hongos), y las artificiales (como la contaminación). Lo que los investigadores han descubierto en los últimos tiempos es que estas proteínas actúan también como alérgenos, y son extraordinariamente potentes. Cuanto más agredida se siente una planta, más proteínas genera, lo que explicaría la diferencia entre la capacidad alergénica de dos árboles de la misma especie, uno “estresado” y otro no. Así, el polen de los abedules que crecen cerca de las autopistas es mucho más virulento que el de los ejemplares que lo hacen en el monte.

Redacción QUO