Esta fantástica criatura marina ayuda a eliminar los gases que calientan la atmósfera del planeta. Y ahora saben cómo es por dentro

Los océanos del mundo, a media altura, están poblados por miles de millones de estructuras como la de la foto superior. Son casas, o caparazones, o palacios (que cada uno elija la metáfora que más le seduzca) formadas por el moco de una larva. Cada larva fabrica el suyo y, si se obstruye, lo abandona como un globo pinchado.

Acaban de publicar un estudio en el que han conseguido verlas por dentro. No era nada fácil. Son tan frágiles que era imposible llevarlas a un acuario sin que se dañaran. Y adelantamos que hay que creer mucho en la ciencia para no pensar que estas construcciones no son de este mundo.

Realmente pertenecen a un mundo distinto, el no habitado por los humanos, los océanos.

Estos globos de moco reciben el nombre de  Bathochordaeus stygius y pueden medir hasta un metro de diámetro. Son muy grandes y frágiles y además de servir como refugio a las larvas que los construyen, desempeñan un papel fundamental en la absorción de gases de efecto invernadero y son parte fundamental en el movimiento vertical de partículas de microplástico al fondo de los océanos. Absorben más CO2 que nadie y, cuando mueren, se lo llevan con ellas al fondo marino sin que pueda volver a la atmósfera. Así que esta fantástica criatura marina ayuda a eliminar los gases que calientan la atmósfera del planeta.

Científicos del instituto de la Bahía de Monterey han descubierto una forma de estudiar el funcionamiento interno de estas estructuras. Han diseñado un robot submarino que consigue escanearlas tanto por fuera como por dentro sin sacarlas del agua. Con los datos del escáner las han recreado en 3D, que es lo que vemos en las imágenes del estudio publicado en Nature.

Estos vídeos muestran el resultado del estudio. De repente los científicos pudieron ver cámaras y pasillos en el interior de la estructura que no habrían imaginado que existieran.

La larva a quien debemos la construcción vive esencialmente dentro de dos filtros en forma de malla. Un filtro externo atrapa restos de plantas y partículas de comida cuando son demasiado grandes para que el animal las coma, mientras que el filtro interno hace que las partículas de comida más pequeñas lleguen hasta su boca.

Las larvas usan sus colas para bombear agua constantemente a través de ambos filtros, y si se obstruye, la larva lo abandona y el globo se desinfla.

Estas estructuras están repletas de partículas de carbono y, cuando se desinflan, caen al fondo de los océanos  hundiendo una carga significativa de carbono en el fondo del mar profundo y evitando que vuelva a entrar en la atmósfera.
Las casas de moco agrupan una enorme cantidad de partículas, incluidas los microplásticos, que llevan al fondo marino cuando se destruyen.

Estudio publicado en Nature,