Imitar a la naturaleza artificialmente permitirá dotar con sus superpoderes a los robots del futuro.

Así, por ejemplo, la Universidad de Pittsburg acaba de desarrollar unos robots capaces de subir “pegados” a paredes y techos. ¿Cómo?

Gracias a que sus ruedas imitan el material que permite a las ventosas naturales de los lagartos geckos trepar.

También se consigue crear robots que brinquen como saltamontes y se muevan sobre el agua como libélulas.

E incluso gusanos que puedan meterse hasta donde nosotros jamás podríamos acceder.

Otra razón por la que se crean máquinas que imitan animales es para camuflarlas en su hábitat y estudiar el entorno o a sus iguales.

Este es el caso de los peces robóticos creados por la Universidad inglesa de Essex, que están siendo utilizados para analizar la calidad de las aguas y los niveles de contaminación de las costas gallegas.

Redacción QUO