Investigadores de la Clínica Cleveland han desarrollado el primer brazo que permite a una persona amputada “sentir” su nuevo miembro prostético. Está diseñado específicamente para aquellos que hayan sido sometidos a un tipo de operación denominada “reinervación”, la cual implica que los nervios seccionados puedan ser conectados con los músculos del miembro amputado, estableciendo así una conexión directa con la prótesis.

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Una de esas personas ha sido una mujer de 49 años, Amanda Kitts, quien hace 12 años sufrió una amputación de su brazo izquierdo tras un accidente de coche. Gracias a este nuevo brazo biónico es capaz de mover la mano y los dedos, cerrarla y abrirla con solo pensarlo. Es decir, ahora tiene un mayor control sobre las acciones que su cerebro envía.

Hasta hace unos años, quienes habían sufrido una amputación y recibían un brazo prostético de este tipo no acababan de sentirlo como suyo, ya que no poseían la capacidad de gestionar esos movimientos al mismo tiempo que lo hace tu cerebro cuando se lo pide, por ejemplo, a su mano contraria. Según palabras del doctor que lidera este proyecto, Paul Marasco, “al restaurar la sensación intuitiva del movimiento de las extremidades (la sensación de abrir y cerrar la mano), somos capaces de difuminar la línea entre lo que el cerebro del paciente percibe como ‘propio’ o como ‘máquina’. Este hallazgo tiene importantes implicaciones para mejorar las interacciones entre hombre-máquina y nos acercan más que nunca a proporcionar a las personas con amputaciones una restauración completa de la función natural del brazo”.

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Para la paciente, la señora Kitts, es una sensación mucho más real, lo más cercano que ha sentido hasta ahora: “Lo sientes como algo más parecido a una parte de tu cuerpo. Puedes intuir sin verlo que la mano está abierta o está cerrada. Hace que todo el brazo sea uno. No necesito ni siquiera conectarlo a ningún ordenador. Es un todo en uno, es increíble”.

Para conseguir que los pacientes vuelvan a sentir, el equipo ha usado pequeños robots que hacen vibrar los músculos del paciente, como si los encendieran. De tal manera que cuando se mueve la prótesis, el cerebro siente ese movimiento y, por lo tanto, las diferentes partes de ese cuerpo. Como los músculos vuelven a sentir, las personas pueden controlar mejor sus movimientos, pero saben que pueden darle aún más fluidez si cabe a esos movimientos.

Por el momento, el equipo trabaja además en aplicar esta tecnología a pacientes que hayan perdido su pierna.

Alberto Pascual García