Nosotros vemos lo que vemos, porque nuestro cerebro nos ayuda a hacerlo. Los ojos recogen la información visual necesaria para enviársela en forma de señales eléctricas a través del nervio óptico. Así que no es descabellado pensar que si existiera un dispositivo capaz de captar esos mensajes, para luego traducirlos a un ordenador, pudiera también acabar recreando la misma imagen que están viendo nuestros ojos. Una idea en la que han estado trabajando estos últimos años un equipo de investigadores de la Universidad de Toronto y que parece que da ya sus primeros buenos resultados, aunque falte mucho por trabajar. Os contamos cómo.

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Para poder conseguirlo, los investigadores monitorizaron las señales eléctricas del cerebro de varias personas gracias a un electroencefalograma (EEG). De tal manera que captaban cada una de las señales que recibían cuando se les ponían varias caras delante suyo. A través de la información proporcionada y mediante una serie de algoritmos de aprendizaje de máquinas, acabaron enseñando al ordenador cómo debía interpretar cada señal para traducirla posteriormente en una imagen parecida a lo que los sujetos estaban viendo. Se trata de la primera vez que se utilizan los datos de un electroencefalograma para poder “leer” la mente de las personas, algo que es pionero en este tipo de estudios y que puede reportar grandes resultados al mostrar más detalle en la lectura de la mente de quien se presta al experimento.

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Black Mirror: Cocodrilo

En un futuro, cuando desarrollen mejor la exactitud de la información que proporciona el EEG se espera poder usar para detectar no solo caras, sino intentar recrear objetos o incluso recuerdos que tengamos en nuestra cabeza. Una vez más, esto nos recuerda a un episodio de Black Mirror, el número 3 de temporada 4. En él, se usa una tecnología capaz de leer los recuerdos de las personas y recrearlos mediante un dispositivo que se adhiere a la cabeza. Así que, una vez más, nos encontramos ante un futuro que está más presente de lo que creíamos.

Alberto Pascual García