En la mayoría de las ocasiones, el packaging con el que intentan vendernos los champús, suavizantes y geles de baño son de lo más vistosos e incluso influyen en gran medida en la elección del producto que el usuario se llevará a casa. Por desgracia, todos vivimos el angustioso y terrible momento en el que tras pagar unos céntimos de más por un envase de lo más cool, casi es imposible extraer el líquido viscoso que se acumula al final del bote. Intentas ponerlo boca abajo en la estantería, lo llenas de agua y esperas el milagro, aprietas con ganas… nada. Humano 0, botella 1.

Pero ahora, esa frustración podría desaparecer gracias a la nanotecnología. Un grupo de hábiles ingenieros ha ideado una técnica para ahorrar en este menester ¿el truco? cambiar el tipo de envases en el que nos venden los productos de higiene íntima. Con este fin, han realizado un material que repele el jabón y que podría usarse combinándole con el popular polipropileno.

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Según explican los investigadores, el secreto es la tensión superficial (la fuerza que consigue mantener unidas las moléculas que se encuentran en un líquido). Si esta es alta, como en el caso del agua, las moléculas se agrupan. Pero en el caso de líquidos como el champú no se comportan igual, ya que tienden a expandirse a consecuencia de su leve tensión superficial, dando como resultado un tacto más pegajoso. El truco de los ingenieros de Ohio es utilizar diminutas partículas de sílice (uno de los componentes principales de la arena) con el fin de que la superficie sea más rugosa. Una vez conseguido este logro, el paso posterior fue aplicar un tratamiento químico que les ayudase a aumentar la tensión superficial.

Fuente: eurekalert.org

Redacción QUO