Se habla, constantemente, de él como el material del futuro: es el más delgado del planeta (apenas un átomo de espesor) y aún así es 150 veces más resistente que el acero. Su estructura le permite conducir y transmitir electrones 250 veces más rápido que el silicio. Y, por si fuera poco, es biocompatible. Estas dos últimas propiedades lo han convertido en un valioso aliado en la neurocirugía.
Un nuevo estudio, publicado en ACSNano ha descubierto que los electrodos de grafeno podían conectarse a las neuronas sin dañarlas. Testados inicialmente en el cerebro de ratas, las neuronas mantenían su capacidad para transmitir impulsos sin provocar ningún tipo de efecto secundario. Este tipo de implantes, de acuerdo a los autores del estudio permitiría alterar la excitabilidad de las neuronas y de este modo crear una interface que mejoraría la calidad de vida de personas que sufren desórdenes en los que la conductividad eléctrica del cerebro se ve afectada, como la epilepsia o el Parkinson.

Juan Scaliter