A los investigadores de la Universidad de West England (Reino Unido) más les vale ser cuidadosos al elegir qué calcetín dejan a Papá Noel en la chimenea; podrían equivocarse y colgar su último invento: el calcetín que manda mensajes gracias al poder biológico de la orina. Este wearable, especialmente si ha sido utilizado recientemente, podría condenar al mundo a unas Navidades aciagas si Santa Claus se moja las manos con él. Eso sí, bien utilizado, el invento tiene un interesante potencial.

Su utilidad sería crucial en situaciones como la de «transmitir las coordenadas de una persona en una situación de emergencia», según ha indicado el director del proyecto, Ioannis Ieropoulos. «Al mismo tiempo, sería una prueba de vida», puesto que el dispositivo solo funcionaría al ser alimentado por la orina de su propietario.

El secreto de estos calcetines está en una serie de células de combustible que producen la energía mediante bacterias. Estos microorganismos generan corriente eléctrica cuando metabolizan los nutrientes que están presentes en la orina. En el laboratorio de Ieropoulos, unos 650 mililitros del residuo produjeron suficiente energía como para mandar este mensaje cada dos minutos: World’s First Wearable MFC, que significa «la primera célula de combustible microbiana ponible del mundo».

La idea no es nueva. Ieropoulos ya empleó este sistema para alimentar un teléfono móvil y un corazón robótico impreso en 3D. Pero en todos esos casos era precisa una bomba eléctrica que enviase la orina a los microbios que la transforman en electricidad. Los calcetines han resuelto el problema, ya que aprovechan la pisada para comprimir una bolsa que almacena la orina. Así consiguen renovar continuamente el alimento de las bacterias.

«Después de cargar un teléfono móvil con MFC (Microbial Fuel Cells, células de combustible microbianas, en inglés) con orina, queríamos ver si era posible replicar el éxito en tecnología ponible», explica Ieropoulos. Y añade: «También queríamos que el sistema fuera completamente autosuficiente, basado solo en la energía humana». Y lo han conseguido.

El sistema también tiene una cara fraternal. En colaboración con la organización solidaria Oxfam, el Bristol BioEnergy Centre, al que pertenece el investigador, ha diseñado un prototipo de orinal que utiliza la oprima para iluminar los excusados de los campos de refugiados. Ellos lo agradecerán más que Papá Noel.

Redacción QUO