El 18 de octubre comienza en Australia la World Solar Challenge, una competición de coches solares que recorre la isla de norte a sur. Son 3.000 kilómetros que separan las ciudades de Darwin y Adelaida.
Aunque la velocidad es importante, también lo es la constancia y el manejo en el uso energético. Entre las reglas de la competición figura que los vehículos podrán almacenar apenas 5 kilovatios-hora de energía en cada ciclo de carga. Esta cifra sería suficiente para alimentar una bombilla convencional durante 40 horas. El resto deberán obtenerlo de la energía solar o cinética del vehículo. El lado positivo es que podrán beneficiarse de la luz diurna en pleno desierto australiano.
Pero lo que podría ser una ayuda, tiene efectos negativos.Las temperaturas pueden alcanzar los 40ºC y eso afecta a los coches. Toby McBride, parte del equipo de la Universidad de Durham, Reino Unido, recuerda que “en 2011 los paneles solares de nuestro che se quebraron debido al calor. Las pruebas las llevamos a cabo en el benigno clima inglés que no se parece en nada al del desierto de Australia.” En este entorno los coches, que no se comercializarán y solo se trata de testar la tecnología, deben enfrentarse a obstáculos más allá del calor extremos, como tormentas de arena o incendios. “algún día se acabarán los combustibles fósiles – explica Dan Browne, miembro del equipo de la Universidad de Cambridge – y lo que hacemos es ver cómo resolver todos los problemas ahora mismo.”
Uno de los vehículos que más ha llamado la atención es el diseñado por el equipo de McBride. Para empezar el conductor se sienta muy cerca del suelo. El perfil ha sido creado imitando los coches de Fórmula 1 y el interior es igual de claustrofóbico. Es un vehículo muy liviano “Básicamente – explica el propio McBride – es como el ala de un avión que ofrece una resistencia mínima.” La energía necesaria para que su coche solar recorra los 3.000 kilómetros es igual a la de una tetera eléctrica

Juan Scaliter