1590: Zacharias Janssen, un holandés de 10 años, se considera el creador del primer microscopio compuesto, formado por varias lentes en un tubo. (Sospechamos que su padre, fabricante de monóculos, quizá le echó una manita.)

1609: Galileo llamó a su microscopio compuesto, con una lente cóncava y otra convexa, occhiolino (ojito). El entusiasmo con este aparato le llevaría pronto a experimentar con telescopios.

1625: Giovanni Faber, médico papal alemán y uno de los colegas de Galileo en la Academia de los Linces, acuña el término microscopio. Desde luego, suena más formal que occhiolino.

 

1665: El científico inglés Robert Hooke publica el primer best-seller científico, Micrographia, donde aparecen dibujos de imágenes microscópicas.

1676: Antoine van Leeuwenhoek observa organismos unicelulares y otros fenómenos diminutos con las lentes esféricas de súper aumento que fabrica, y que mantiene en secreto.

1931: Los científicos alemanes Ernst Ruska y Max Knoll construyen el primer microscopio de electrones.

1955: El físico alemán Erwin Müller y el estudiante Kanwar Bahadur fueron los primeros en ver un átomo con un microscopio de iones en campo. La declaración oficial de Müller: “Átomos, ja, átomos”.

1971: La amenaza de Andrómeda, una película apocalíptica basada en la novela homónima de Michael Crichton, muestra al mundo que los mayores horrores se pueden ver al microscopio.

2000: La serie de televisión CSI hace por el microscopio lo que el detective Sherlock Holmes ya hizo en su día por la lupa.

2010: El microscopio se vuelve de verdad microscópico cuando el profesor Aydogan Ozcan de la Universidad de California (UCLA) inventa una versión sin lente que pesa lo mismo que un huevo grande. Con un led y un sensor digital, crea imágenes holográficas.

2012: La Universidad de Victoria, en Canadá, instala el microscopio de electrones más poderoso del mundo en su departamento de Microscopía Avanzada. Con más de cuatro metros de alto y 50 lentes, puede aumentar la imagen de la muestra más infinitesimal hasta 20 millones de veces. Pero el tamaño sigue importando: las muestras tienen que ser de una milésima de un pelo humano.

Redacción QUO