No hace mucho, el ex ministro de Defensa canadiense, Paul Hellyer, instaba a los gobiernos de todo el mundo a desclasificar lo que sabían sobre tecnología alienígena. “Ese conocimiento sería suficiente para salvar nuestro planeta si se aplica lo bastante deprisa”, afirmó, y alertó de que el cambio climático es el problema “número uno” al que se enfrenta hoy la Tierra. No sabemos si lo ha conseguido y han desclasificado todos esos secretos de estado, pero la esperanza verde ha llegado, aunque no de la mano de ET.
Pilas biodegradables, móviles y portátiles cargados al sol, impresoras que borran, radios que funcionan con energía motriz, lavadoras sin jabón… son solo algunos de los avances que auguran un futuro más respetuoso con el medio ambiente. Es la transformación de una industria que mueve más de 110.000 millones de euros al año en todo el mundo. Una transformación a la que las propias empresas tampoco se resisten.

Apenas dos años atrás, los datos eran desoladores. El agujero legal sobre el empleo de materiales peligrosos, la cultura del usar y tirar, y la falta de control sobre los residuos eléctricos y electrónicos que se generan –unas 600.000 toneladas al año en España– nos conducían a un mar de basura que se cifraba en unos 12 millones de toneladas para 2010, el equivalente a la carga de 1.200.000 camiones. Sin embargo, parece que los fabricantes de tecnología se han puesto las pilas (biodegradables) y trabajan a fondo para revertir estos números.

Ahora ya son más de 150 las compañías que se han unido a una de las iniciativas medioambientales más potentes, Climate Savers, promovida por HP, Google, Lenovo y Dell, entre otras, y cuyo lema es “Buy Green to Save Green” (compra verde, ahorra verde).

El consumidor vigila
Los miembros del movimiento se comprometen a reducir las emisiones de CO2 unos 14 millones de toneladas al año hasta 2010. Esto sería como sacar unos tres millones de coches de la carretera cada año. Con esta medida no solo gana el planeta: IBM ha reducido su gasto casi 80 millones desde 1998 al recortar sus emisiones de CO2 1,28 millones de toneladas.

Un estudio de Greenpeace sitúa la preocupación medioambiental en el tercer lugar de la lista de preferencias de los consumidores, por detrás del precio y de la marca.

Por su parte, la consultora Forrester Research concluye que un 12% de los estadounidenses –unos 25 millones de personas– estaría dispuesto a pagar algo más por tecnología que consuma me­nos energía o por marcas respetuosas con el medio ambiente. En Europa, según la consultora Canalys, el 55% de los consumidores estaría dispuesto a pagar hasta el 10% más por aparatos fabricados de forma respetuosa con el medio ambiente. Se ve que la ecología preocupa casi tanto como la crisis. Y a los españoles, a los que más. Pero Daniela Pérez, directora de Marketing de Sony España, opina que se nos da bien la retórica, pero fallamos en la práctica: “A los consumidores debemos explicarles en qué medida el producto está fabricado de forma ecológica. No vale solo con producir el mejor producto; también tiene que ser verde. Si el consumidor no sabe las ventajas, es difícil que lo compre”.

Aun así, la ecología en ocasiones tiene su precio, monetario y en prestaciones. “El medio ambiente es un argumento de compra”, asegura Corinna Kammerer, responsable de productos de Fujitsu-Siemens, “pero el sobrecoste debe ser compensado por otros ahorros ”. Y concluye: “No sirve de nada desarrollar productos 100% ecológicos si no se venden”.

Si no es eficiente, no vale
Estos debates son cada vez más frecuentes en los salones de tecnología, como la feria IFA, la más grande del mundo, la CeBit o la CES. En ellas, los fabricantes ya no solo discuten sobre lo último en procesadores, sino que se generan verdaderas competiciones sobre las tecnologías más eficientes. Así, durante el último CeBit, celebrado en Alemania, la alianza APDC (Advanced PDP Developement Center Corporation) llevó a cabo una demostración del gasto de los televisores de plasma frente a los de cristal líquido LCD, que dieron indicadores de consumo de energía de 171 vatios frente a 269, res­pectivamente. Nada que ver con el bajo consumo del televisor OLED que presentó Sony en la feria CES, en Las Vegas, con un gasto de hasta un 40 por ciento menos.

Para Greenpeace, el mayor salto ecológico lo ha dado este año Apple. Dentro de su estrategia Green by Apple, la compañía “se ha hecho sensible a la presión y ya ha anunciado que su próxima generación de iPod no tendrá mercurio. Su compromiso ha sido radical”, asegura Julio Barea, responsable de la campaña de contaminantes de Greenpeace. Pero el mejor invento de la empresa de la manzana es el rediseño de los cables de red eléctrica de los Mac.

Los ordenadores llevan un cable fino que sale del aparato, una caja negra que es el adaptador y un cable gordo que, para soportar la alta tensión, lleva retardantes de llama bromados, altamente contaminantes, y PVC, que le otorga flexibilidad. “Solo había que echarle un poco de imaginación, y Apple lo ha hecho: ha eliminado la segunda parte del cable, de forma que el ordenador se enchufa a la red eléctrica directamente desde el adaptador. Esto, además de eliminar materiales peligrosos, les ha su­puesto un ahorro enorme”.

El primer puesto de la clasificación verde de Greenpeace, que analiza cada dos meses el compromiso de los fabricantes de tecnología con el medio ambiente, es para Nokia. Su último grito es el 3110 Evolve, un móvil con carcasa biológica. El 50% de sus materiales es re­ci­clable. Además, usa un cargador que pide ser desconectado del en­chufe una vez terminada la carga.

“No solo del móvil, sino del enchufe”, matiza Francisco Montalvo, director de Productos, Servicios y Software de Nokia España. “Si todos desenchufáramos el cargador apenas se completara la carga, ahorraríamos la energía necesaria para alimentar 100.000 hogares europeos al año”. Su compromiso no se centra únicamente en el producto: “En el mismo pe­río­do en que hemos duplicado las ventas a nivel mundial, hemos bajado un 3,5% el consumo de energía en nuestras plantas y oficinas”, señala. Aunque una de sus mayores conquistas es la eficiencia que ha alcanzado la empresa en el apartado de logística. “Solo reduciendo el tamaño del embalaje de nuestros productos”, revela Montalvo, “ahora utilizamos 5.000 camiones menos, lo que consigue disminuir las emisiones de dióxido de carbono, además de em­plear un 60% menos de plástico en el empaquetado”.

Contra el CO2: consumo cero
Por su parte, Fujitsu-Siemens destinó en 2007 un 2 por ciento de su facturación a I+D, en la que trabajan unas 1.400 personas. De ahí han salido productos muy innovadores, como su monitor de consumo cero en stand by y los servidores más eficientes del mercado: emplean un 40% menos de energía que las torres estándar, con un uso máximo de 163 vatios. Además, la firma celebra este año el 20 aniversario de su planta de reciclaje de Paddeborn (Alemania).

La puja por la tecnología verde ha comenzado y, a diferencia de lo que ocurría con los primeros prototipos, comprar ecológico ya no significa renunciar a las mejores prestaciones, alienígenas o terrestres.

Redacción QUO