Desde hace unos 5 años los antiguos formatos analógicos renacen de entre las cenizas argumentando una mayor calidad sonora y definición de la microinformación presente en las pistas de audio. El primer formato en resucitar fue el vinilo, pero parece que en los últimos meses las cintas para magnetófonos de bobina están volviendo a recobrar fuerzas. Ha surgido todo un movimiento retro por Internet que aboga por estos antiguos formatos de cinta como el Santo Grial de la calidad sonora.

Pero lo sentimos, aficionados al vinilo, pero los CD captan de modo más preciso la claridad de la interpretación musical. Si miramos por un microscopio los surcos de un disco de larga duración, comprobaremos que parecen como colinas ondulantes. Se trata en realidad de una réplica extremadamente precisa de la forma que adquieren las ondas sonoras de un instrumento musical. Pero la aguja que graba los surcos es ligeramente diferente a la que los lee (por no mencionar los cambios de temperatura y humedad del vinilo con el paso del tiempo).

Los datos matemáticos codificados en un CD, sin embargo, son una representación casi exacta del sonido original. Si comparamos un LP con un CD procedente de la misma señal de micrófono, el surco del LP debe adaptarse perfectamente a la señal para acercarse a la calidad de un CD, lo cual es prácticamente imposible, dice Stanley Lipshitz, especializado en electroacústica y procesamiento de señales digitales en el Grupo de Investigaciones de Audio en la Universidad de Waterloo, en Canadá.

Redacción QUO