Monique Van den Abbeel nació con un glaucoma congénito que dañó su nervio óptico. A los cuatro años se quedó ciega del ojo derecho y siete años después perdió la visión del ojo izquierdo. Ahora, con 43 años, esta belga quiere usar su smartphone para fotografiar todas aquellas cosas que le producían –y le siguen produciendo– alegría como un medio de «activar sus recuerdos y conservarlos todos», comenta en su autobiografía.

Obviamente no se trata de una tarea fácil, pero parece que tampoco ha sido imposible.

Poco más de un año atrás se le pidió a Katrien De Graeve que fuera una de los ocho participantes de Team Scheire, un programa de la televisión belga en el que un grupo de inventores intenta encontrar soluciones tecnológicas para personas con necesidades especiales.

De Graeve, parte de un equipo de expertos en programación, Big Data e Inteligencia Artificial de Microsoft, comenzó a trabajar en una posible solución para Monique.

“Tenemos una persona ciega que quiere hacer sus propias fotografías sin la ayuda de nadie – recuerda De Graeve que le dijo a su equipo en la primera reunión –. Nos miramos unos a otros y pensamos algo así como: ‘vale, entendemos la necesidad, pero ni siquiera vemos el principio de la solución. ¿Cómo ayudas a una persona que está ciega a hacer fotografías?’».

Pero Monique no se dejó vencer. Esta madre soltera, tiene su propia página de Instagram, es la primera persona de Bélgica en tener un caballo guía (sí, un caballo guía llamado Dinky), da conferencias sobre la vida de las personas ciegas y no quiere ni oír hablar de dependencia.

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Suzanne Choney

De Graeve se puso en contacto con el equipo de Microsoft que había diseñado la aplicación para smartphones Seeing AI, lanzada en 2017 y diseñada para ayudar a las personas ciegas o con visión deficiente, a describir personas, objetos y textos que se encuentran en su vida diaria.

A partir de ese pequeño nudo, comenzaron a tirar de la madeja. El equipo de De Graeve incluyó funciones adicionales de aprendizaje automático en la app Seeing AI para que la cámara pueda reconocer, en tiempo real y sin conexión, 1.500 objetos, incluso distinguir vehículos como «coche» o «furgoneta», y después dictarlos en voz alta para que Monique elija luego sus propias fotografías.

Además, cuando la fotógrafa hace fotos horizontales, si no están niveladas, el teléfono vibra para indicárselo. También le avisa si alguien sale con los ojos cerrados en una foto para que pueda repetirla. A todo esto hay que sumarle funciones de reconocimiento facial: la cámara reconoce a su caballo guía, por ejemplo y le permite saber si hay suficiente luz para hacer la foto.

“Mis ojos nunca volverán a ver – señala Monique –, pero de alguna manera esto me ofrece una nueva forma de visión”.

Juan Scaliter