Pregunta: ¿Qué usos te sorprendieron?
Respuesta: En Uganda, la mayoría de los teléfonos son de prepago. Allí la gente usa el teléfono como una especie de sistema de transferencia de dinero. Compran una tarjeta de prepago en la ciudad, llaman a un locutorio telefónico de su pueblo, le leen el número asociado al crédito de la tarjeta, de modo que el operador del locutorio pueda añadirlo a su propia cuenta telefónica, y después le piden que el montante del crédito, en efectivo, se lo den a un familiar que tengan en el pueblo, por ejemplo, una hermana.
Pregunta: ¿Es verdad que también customizan el móvil?
Respuesta: En algunos países la gente es increíblemente consciente del precio, y hasta mide los costes en términos de segundos y de céntimos. En Ghana observamos que los usuarios suelen comprar dos o más tarjetas SIM, una para cada operador telefónico. Cuando llaman a un número que pertenece a un proveedor en particular, usan la tarjeta SIM correspondiente a ese operador. Allí algunos clientes disponen de una pequeña placa de metal con unos circuitos. Cogen la tarjeta SIM, le quitan el plástico, conectan dos circuitos integrados de tarjeta SIM para convertirlos en uno y vuelven a instalar esa tarjeta “dual” en el teléfono.
Pregunta: ¿Y cómo llega este conocimiento a otros países?
Respuesta: En la mayoría de los países en vías de desarrollo hay una cultura no oficial de reparaciones que llevan a cabo “hackers callejeros”, que logran que los teléfonos duren más tiempo de lo que corresponde a su vida “natural”. Hace cuatro años, en la India podías encontrar manuales de reparación pésimamente impresos en inglés, hindi y chino, pero dos años más tarde los habían informatizado en alta calidad. Básicamente, si se descubre una forma de arreglar o mejorar un modelo popular de móvil en una de las comunidades de hackers de todo el mundo un lunes, el viernes estará en las calles del sitio más insospechado, por ejemplo, en Ghana.
Pregunta: Con este nivel de innovación informal funcionando, ¿puedes poner algo extraordinario sobre la mesa?
Respuesta: No te voy a dar la anodina respuesta corporativa: “Llevamos a cabo la investigación y seis meses más tarde sale un producto que refleja perfectamente nuestra visión”, porque el mundo está mucho más revuelto y es más interesante que eso. Pero, por ejemplo, hicimos un estudio sobre teléfonos que se compartían en Uganda e Indonesia, y un año después –un plazo realmente rápido cuando se trata de cambios de hardware— sacamos dos productos que permiten tener agendas de direcciones múltiples y así compartir un dispositivo dentro de una familia o una empresa, aportándoles cierto grado de privacidad necesaria.
Pregunta: Muchos clientes potenciales de teléfonos en los países en vías de desarrollo son analfabetos. ¿Qué pasa con ellos?
Respuesta: Hay unos 800 millones de analfabetos en el mundo, según datos de Naciones Unidas, de modo que hemos llevado a cabo decenas de estudios para encontrar la manera en que la gente que no sabe leer puede comunicarse a través de teléfonos móviles. Nuestros descubrimientos se los hemos enviado a los diseñadores de equipos, para que los teléfonos puedan ser diseñados adaptádonse a sus necesidades. Pero, al mismo tiempo, no queremos crear un aparato específico para los que no saben leer: no van a comprar esa clase de móvil debido al estigma social que llegaría a acarrear. Sería como señalarlos con un dedo.
Pregunta: Tu blog Futuro Perfecto (www.janchipchase.com, “sobre el choque de la gente, la sociedad y la tecnología”) incluye reflexiones sobre lo que ves en tus viajes, pero contiene más preguntas que respuestas.
Respuesta: Soy muy malo a la hora de encasillar la vida en montones de diarios inertes y ponencias de conferenciante. Me explico: ¿cómo coges la esencia de lo que hay ahí fuera, la riqueza de la vida, y la pones en un papel? No creo que puedas. La motivación que existe detrás del blog es que hago algo que me fascina completamente, soy afortunado por tener buenos recursos y por trabajar con gente con verdadero talento. Quiero ser capaz de comunicar algo de eso. No se trata de decir cuáles son las respuestas, sino de hacer las preguntas y que quizá algunas de ellas impacten en la mente de las personas, de modo que se cuestionen sobre los mismos temas dentro de sus propios contextos. Y luego llegará lo interesante: las respuestas personales e individuales de cada uno. Eso genera la diferencia y despierta mi interés.
Pregunta: Por último, ¿vas a algún sitio sin tu móvil?
Respuesta: Desde luego. Cuando hago escalada o pretendo pasar algún tiempo con mis amigos íntimos y mi familia sin que me interrumpan.

Redacción QUO