El coche del futuro no va a volar. Al menos si atendemos a las previsiones de los 25 profesionales, creativos, académicos y pensadores, reunidos en Fira de Barcelona para abordar una de las grandes preguntas del S.XXI: ¿cómo vamos a movernos en el futuro?

En 1982 Ridley Scott se permitió recrear a lo grande como sería nuestra vida en el año 2019, y llevó al cine Blade Runner, dando forma a fascinantes vehículos flotantes que no dejaremos de echar de menos. Será difícil despegar de nuestros deseos el Spinner (foto superior) que conducía Deckard (Harrison Ford). Pero el inquietante problema que imaginó Phill K. Dick en su novela, y que Scott llevó al cine, era desenmascarar y dar caza a replicantes, robots ocultos en una sociedad angustiosamente deshumanizada. Y esto tampoco se ha cumplido, menos mal. Así que parece que no necesitamos coches voladores para darles caza. Ni siquiera el aventurado Elon Musk lo tiene entre sus planes. ¿Qué necesitaremos entonces?

Es posible que el término “coche” quede obsoleto, y halla que inventarse una nueva palabra para referirnos al vehículo que nos transportará. Pero, ¿cómo será? ¿Qué lo moverá? ¿Tomará decisiones por nosotros? Dar respuesta a estas preguntas era el objetivo planteado a los 25 reunidos en Fira de Barcelona en el workshop que llevó por nombre Unthinkables (Impensables). Y todo lo que allí se habló, durante 24 horas de encierro, servirá como material para el Automobile Barcelona 2019, que este año conmemora su centenario. El certamen contará con la presencia de 37 firmas automovilísticas. Todas ellas trabajan ya por dar forma a vehículos que tendrán que adaptarse a una sociedad en la que están cambiando aceleradamente muchas cosas. La propuesta de Fira de Barcelona es hacerles llegar lo que los 25 de Unthinkables llegaron a imaginar.

¿Cómo podríamos viajar sin límite?

“Olvídate de predecir el futuro, invéntalo”, esta fue una de las muchas propuestas de Bertrand Picard, el hombre que dio la vuelta al mundo a bordo de un avión movido solo por energía solar al que llamó Solar Impulse. Picard era el invitado de honor en Fira de Barcelona para este workshop sobre el futuro de la automoción. “El gran límite a la movilidad es el combustible. ¿Cómo puedo volar sin límite? Hagamos un avión que no requiera combustible”. Picard diseño una aeronave impulsada solo por energía solar, y lo consiguió. “Nadie de la industria de la aviación apostó por nosotros. Tuvimos que buscar financiación y apoyo en empresas de sectores muy distintos”. Picard cuenta este detalle de su aventura porque quiere resaltar que, para desarrollar algo nuevo, hay que quitarse los corsés. “Mi propuesta es que inventéis el futuro de la automoción, no que intentéis predecirlo”.

“Mi propuesta es que inventéis el futuro de la automoción, no que intentéis predecirlo”.

Nadie propuso un coche plegable, o que pudiera miniaturizarse, y si alguien se atrevió a mencionar que nos teletransportaremos átomo a átomo desde el cole de los niños a la oficina, la idea ni siquiera se reflejó en la pizarra del brainstorming. Sin embargo, sí se trataron los dilemas más populares en la sociedad. Recojo aquí las ideas que se anotaron.

(En la foto, Bertrand Picar durante su exposición en el workshop de su proyecto Solar Impulse)

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Fira Barcelona
  1. El vehículo eléctrico es ya una realidad que solo tiene que expandirse. Mejorarán las baterías, mejorará el tiempo de recarga. Podrás subirte la batería a casa, del mismo modo que recargas la del móvil.
  2. Habrá muchos nuevos modelos de vehículos, y hacen falta ya leyes más modernas que permitan su uso de un modo más inmediato. “No estoy diciendo que haga falta más legislación, sino una legislación más abierta, en consonancia con los nuevos tiempos”, decía uno de los participantes. Una legislación que regule de un modo permisivo e inmediato el uso de patinetes, motos, bicis y una avalancha de nuevas opciones que están ya aquí y no terminan de consolidarse en muchos casos por las dificultades legales.
  3. La inminente llegada del vehículo autónomo, lo hará con distintos niveles de autonomía que el usuario podrá elegir. «Si quieres que conduzca él en autopista, y coger tú el volante en la ciudad, pues podrás hacerlo. Tres niveles de autonomía, o siete, o diez, a gusto del consumidor. Puede aparcar por ti, o no».

    «Cederemos el volante a la máquinas cuando nos podamos fiar más de ellas que de los humanos»

  4. El coche autónomo plantea dilemas de responsabilidad en la toma de decisiones. «¿Y si está conduciendo él y atropella a un niño?» Cederle el volante a una máquina no es algo que vayamos a hacer hasta que el desarrollo de la Inteligencia Artificial nos permita fiarnos más de ellas, las máquinas, que de nosotros mismos. Ocurrirá. La evolución de la IA, que hoy es solo un bebé en pañales, asombrará por su eficiencia en muy pocos años.
  5. ¿Pero, quién va a poder pagar estos vehículos? Es posible que no queramos que sea nuestros. La economía del “sharing”, economía colaborativa, es una solución posible. “Yo no puedo conducir un Tesla, es demasiado caro. Pero si la ciudad de Barcelona compra una flota de Teslas, estaré encantado de conducirlo”. Tener la opción de coger un vehículo una hora en un punto de la ciudad y dejarlo con facilidad en otro. Motos, bicis, coches, patinetes… Elige.
  6. Desaparecerán los vehículos privados en las ciudades. «¿Para qué tener un coche propio si resulta más caro que alquilar uno cuando lo necesito?» Para esto, no hay que cambiar mucho el coche hoy, hay que cambiar el modo en que vivimos.
  7. ¿Y qué hay de viajar? Se diversificaran los vehículos. Habrá vehículos urbanos, pero también vehículos para viajar largas distancias, dotados para el confort y para disfrutar de la conducción… «Tu deportivo dormirá fuera de la ciudad, y lo cogerás cuando lo necesites. Eso sí, será eléctrico, eficiente, autónomo y altamente seguro»

    El coche volador no va a llegar, y ha llegado la hora de cambiar de sueño.

    Bertrand Picard regresó en avión convencional a Suiza. Y, el resto, tomamos taxis (que habían terminado su huelga en Barcelona), Uber algunos, después, trenes a Madrid, a Zaragoza… Hubo quien regresaba a Milán. 25 personas recorrimos en un día, ida y vuelta, suficientes kilómetros para dar una vuelta al mundo. Y solo éramos 25. Al mismo tiempo, millones de personas se desplazaron de Roma a NY, de Singapur a Filipinas, de Almería a Granada, de norte a sur del mundo. Todos al mismo tiempo. Imaginar transformar la manera en que nos movemos todos parecer inabordable. Sin embargo, el cambio ya ha empezado a producirse. El coche volador no va a llegar, y ha llegado la hora de cambiar de sueño.

    Lorena Sánchez Romero