El mejor amigo del hombre en realidad podría ser de una mujer. Así lo muestra un estudio que ha tenido en cuenta por primera vez el papel de las mujeres en el origen del perro.

Investigadores de la Universidad Estatal de Washington han realizado un amplio estudio sobre la domesticación de los lobos, a partir de los que comenzaron a diferenciarse los perros domésticos.

Siempre se ha considerado que el proceso se produjo “de muto acuerdo”, ya que hombres y perros sacaban ventaja de la cooperación y que la principal función de los perros en la comunidad de los primeros humanos era ayudar en la caza. Sin embargo, este estudio pone por primera vez relevancia en el papel de las mujeres en los albores de una relación entre especies que dura hasta nuestros días.

«Descubrimos que las relaciones de los perros con las mujeres podrían haber tenido un mayor impacto en el vínculo perro-humano que las relaciones con los hombres», explica Jaime Chambers, primer autor del artículo publicado en el Journal of Ethnobiology. «Los primeros humanos eran más propensos a considerar a los perros como miembros importantes de la comunidad si tenían una relación especial con las mujeres. Era más probable que se los incluyera en la vida familiar, se los tratara como sujetos de afecto y, en general, los apreciaban más».

Si bien los perros son el animal domesticado más antiguo y más extendido, muy pocos estudios antropológicos se han centrado directamente en la relación humana con ellos. Los investigadores de la WSU han basado sus conclusiones en una extensa colección de documentos etnográficos en la base de datos de Human Relation Area Files, de la Universidad de Yale. Encontraron miles de menciones sobre perros recogidas por antropólogos y etnógrafos. Muchas de ellas estaban protagonizadas por mujeres.

Los investigadores localizaron datos de más de 844 etnógrafos que escribieron sobre 144 sociedades tradicionales de todo el mundo. Observar estas culturas puede proporcionar una idea de cómo se desarrolló la relación perro-humano en sus orígenes.

Los investigadores observaron casos específicos que mostraban la utilidad de los perros para los humanos, y la utilidad de los humanos para los perros, así como la «personalidad» de los perros y en qué momentos eran tratados como personas, cuando les daban nombres, y cuando se les permitía dormir  en las mismas camas e incluso lloraban sus muertes.

Surgió un patrón que mostró que cuando las mujeres estaban más involucradas con los perros, la comunidad les consideraba más útiles, les daban más relevancia dentro del grupo, y también el carácter de los perros se hacía más dócil.

La caza también pareció fortalecer la conexión perro-humano. En las culturas que cazaban con perros, sus compañeros humanos los valoraban más. Sin embargo, esos valores disminuyeron cuando aumentó la producción de alimentos, ya sea sembrando cultivos o criando ganado.

Sin embargo, la relación perro-mujer no se alteró y mantuvo el vínculo incluso cuando los perros eran menos necesarios.

Este estudio agrega evidencia a la teoría evolutiva de que los perros y los humanos se eligieron entre sí, en lugar de la teoría más antigua de que los humanos buscaban intencionalmente cachorros de lobo para criarlos. De cualquier manera, ha habido claros beneficios para los perros y para los humanos a lo largo de nuestra historia común. Beneficios más allá de la utilidad, como cabe esperarse entre «mejores amigos».