Fotografía: ©josecastro

Esta entrevista al Dr. Enrique Baca, psiquiatra, está realizada un día cualquiera de 2020 y ambos llevamos mascarilla. Así que no es difícil imaginar que hemos quedado para hablar de COVID-19 y de la salud mental en pandemia

Enrique Baca nos recibe en consulta. Vestido íntegramente de gris, apenas sobresale medio punto del tono de los pasillos. Me doy cuenta rápido de que, sobre todas las cosas, no quiere destacar. Está dispuesto a que ningún comentario o respuesta se le escape más allá de ese medido medio punto. Las palabras son hachas y Enrique Baca no quiere entrar en guerra.

La ciudad de Madrid crispada, confinada, en vísperas de la ruina, sin Navidad luminosa a la vista y con sus más de tres millones de habitantes sobreviviendo a bocanadas como peces en un charco… No hace falta ser psiquiatra para resoplar “la que nos espera”. Pero Enrique Baca no resopla, quizá por eso, porque es psiquiatra.

Me siento frente a él en la mesa de un despacho luminoso de una de sus consultas, dispuesta a conocer los pensamientos de un psiquiatra en pandemia. Enciendo dos grabadoras y disparo la primera pregunta convencida de conocer la respuesta:

¿Cómo es la salud mental de los españoles?

…. Bastante buena

¿Bastante buena? ¿De verdad es bastante buena con la que nos está cayendo? Enrique Baca, hijo de médicos, de padre psiquiatra, Jefe del Departamento de Psiquiatría de los cuatro hospitales públicos gestionados por Quironsalud en Madrid,  1.000 consultas al año relacionadas con estrés, depresión, sin vivir y asuntos mayores como el suicidio, a la pregunta de cómo es la salud mental de los españoles responde: “Bastante buena”.

Según datos de CIBERSAM (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental) dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, los trastornos mentales afectan al 19,5% de la población española.  Eso significa que más de 9 millones de españoles requieren o requeriremos en algún momento pasar por consulta. Estos datos son de la era pre-COVID-19. No hay bola para leer el futuro que no augure que la cifra subirá como un suflé tras confinamientos, mascarillas, paro y miedo. Lo pongo sobre la mesa, pero el Doctor Baca insiste en su respuesta.

¿De verdad esto no es un caos?

Los que nos dedicamos a la salud mental nos caracterizamos por un valor fundamental que es la prudencia. ¿Por qué los plazos son tan lentos en ciencia? Porque trabajamos con aforismos clásicos como es el primum non nocere , es decir «lo primero es no hacer daño». La prudencia la llevamos en los genes. Así que es importante no ser oportunista, ni caer en el cebo de generar noticias. Si algo necesitamos en estos momentos es prudencia.

Todos sabemos que inespecíficamente cualquier tensión va a producir problemas de adaptación, y si uno no se sabe adaptar, pues eso repercute negativamente en su salud mental. Vamos a ver, sobre el coronavirus, algo que ha supuesto el hundimiento de la economía española y cambios en nuestro día a día, pues cómo no va a requerir adaptaciones… y, desde ahí, pues ya podemos empezar a hablar de qué hacer con todo esto.

¿Cómo es posible que nuestra salud mental esté razonablemente bien?

Tenemos mucha suerte de vivir en el país en el que vivimos. Nuestra sociedad tiene muchos equilibrios. Dista mucho de ser una sociedad perfecta, pero si te comparas con el norte de Europa, tiene mucho  apoyo social, familiar, un buen clima…. Todo esto va a favor de la salud. La salud depende de muchas cosas, del dinero y de tener hospitales por supuesto, pero también de higiene, cultura, deporte… La salud mental también tiene mucho que ver con hacer ejercicio. Gracias a todo esto, que son factores extra, la salud mental de los españoles es bastante razonable. La salud mental no es felicidad, eso es importante tenerlo claro.

¿Y qué es felicidad?

Bueno, eso requiere dos horas de una clase de psiquiatría para responderlo.

¿El coronavirus afecta al cerebro?

Hay muchos estudios en marcha que tratan de averiguarlo. Cualquier virus afecta al cerebro. Si tienes una infección de cualquier tipo baja la salud basal, llega menos oxígeno al cerebro etc… Así que la hipótesis de partida es que el coronavirus afecta al cerebro, como cualquier otro virus. El cerebro no es un órgano aislado. Pero esto a día de hoy es solo una conjetura. Hay que ver muchos casos, hacer mucha investigación para sacar conclusiones.

¿Son preocupantes ahora más que antes cuestiones como el Síndrome de la cabaña?

Desde luego el Síndrome de la cabaña no es nuevo. Ya conocíamos la agorafobia, que es lo mismo dicho de un modo más técnico. Miedo a no sentirse seguro fuera de tu casa, miedo a espacios abiertos… Si uno vive el exterior como algo amenazante, claro que puede acabar desarrollando un problema.   Nos preocupa qué va a pasar en el futuro inmediato con el desempleo, y ya sabemos por la crisis de 2008 qué consecuencia tiene una recesión económica y reducir la inversión en servicios sanitarios… Tal y como está el panorama, y las repercusiones que va a tener a corto plazo, es para que alguien esté pensando ya que necesitamos un plan para enfrentar todo esto.

Psiquiatra Enrique Baca @josecastro

El psiquiatra Enrique Baca durante la entrevista. ©josecastro

Hay niños de 9 meses que han vivido toda su vida en pandemia, esto ¿también tendrá consecuencias?

Hay cientos de manuales que hablan de la importancia del vínculo mediante el abrazo y las caricias en los niños tan pequeños. No tenemos ni idea de cómo van a repercutir estas cosas en su futuro. Este contacto en los primeros meses de vida les da estabilidad emocional, seguridad  en la vida… El cerebro es plástico y está constantemente aprendiendo y haciéndose una idea del mundo, pero estos niños están hipoestimulados,  Son niños que en condiciones normales habrían salido al parque, habrían aprendido a caminar por terrenos irregulares, habrían jugado con otros niños…

Y los adolescentes, ¿alguien se ocupa de cómo están viviendo esto?

Los jóvenes están pagando un precio altísimo por adelantado. Dos años de educación extrañamente reglada, tres meses en los que hemos limitado su contacto social, su aprendizaje social, sus relaciones interpersonales, que ya estaban dañadas con el abuso de móviles y el mobbing… Ahora les decimos que salgan en grupos pequeños, con mascarillas, y si no lo hacen son unos delincuentes e insolidarios. Esto va a tener consecuencias. Pero una cosa es darse cuenta de ese fenómeno y otra es pontificar sobre ello que va a haber problemas. Es importante tener un poco de calma.

«Muchas de las medidas que estamos tomando para protegernos del coronavirus son las opuestas a las que recomendamos para prevenir el suicidio»

En el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, expertos advirtieron sobre peligros de las restricciones por coronavirus 

Esto es algo del COVID-19 que realmente merece una reflexión. Todos tenemos claro que el coronavirus es fundamentalmente grave para personas en riesgo, con patologías previas, y personas mayores, pero en general, con todas las salvaguardas, no es grave para los menores de 40 años. Sin embargo, si hablamos de suicidio, la mayor parte de los afectados son personas jóvenes (la primera causa de muerte en los jóvenes después de los accidentes de tráfico), y muchas de las medidas que estamos tomando para protegernos del coronavirus son las opuestas a las que recomendamos para prevenir el suicidio: aislamiento social, destrucción de empleo, incertidumbre, quiebra en sus relaciones sociales… Todas estas cosas van en contra  de prevenir el suicidio. Ahora no tenemos evidencia de que haya aumentado, pero porque no tenemos datos. Tenemos todos los datos de muerte por coronavirus, pero nos faltan datos sobre lo que está ocurriendo en otros casos, y uno de ellos es el suicidio.

¿Estáis tomando desde la psiquiatría alguna medida contra esto?

Uno de los esfuerzos mayores de los psiquiatras en estos momentos ha sido tratar de mantener la continuidad terapéutica. Aunque no podían salir de casa, intentamos que los tratamientos se mantuvieran, porque cuando bajan, las tasas de suicidio aumentan. Así que es importante mantenerlos si queremos prevenir suicidios y problemas más graves.

Clásicamente los psiquiatras estamos acostumbrados a hacer intervenciones por teléfono. Hay lugares con poco acceso a la salud y mucho dinero que tienen mucha experiencia en telepsiquiatría, como Australia y Canadá. También hay experiencias publicadas en Canarias. Activar los tratamientos por teléfono y videoconferencia ha sido una de las grandes revoluciones y ha generado un cambio que está para quedarse. ¿Para que una tecnología se adopte que hace falta?

¿Dinero? (respondo)

No es dinero. El Iphone es carísimo y mira qué éxito tiene. Lo único que hace falta es querer utilizarlo.

«Los psiquiatras hemos observado cómo el coronavirus se ha convertido rápidamente en un tema de delirio»

¿El coronavirus ha provocado más crisis psicóticas? ¿Ha sido un detonante en el número de personas con problemas de salud mental?

La psicosis es un término que en psiquiatría ya no se utiliza, pero hace referencia a una serie de síntomas en los que la persona pierde el contacto con la realidad, tiene delirios, alucinaciones etc. Esto  no suele verse influenciado por lo que ocurre en la vida. Así que el coronavirus no parece haber aumentado estos casos. Pero, cuando uno pierde el contacto con la realidad a veces incorpora cosas que le preocupan. Hemos tenido pacientes que han tenido delirios con el coronavirus. Han incluido elementos del coronavirus en esa distancia que tienen con la realidad. Así que sí  es un elemento que se incorpora en la crisis, pero no la ocasiona. Los temas centrales de los delirios tienden a ser los mismos en diferentes épocas: persecución, grandiosidad, culpa, religión, hipocondría, amor y celos.  Ahora, los psiquiatras hemos observado cómo el coronavirus se ha convertido rápidamente en un tema de delirio.

 M. pensó que el mundo se encaminaba hacia un apocalipsis zombi, ya que lo que hacía el virus era convertir a las personas infectadas en zombis

¿Cómo se ha introducido el coronavirus en los delirios de esos pacientes?

Enrique Baca me remite a una carta publicada en Science Direct en la que relatan el caso de una paciente del hospital Fundación Jiménez Díaz, y cómo el coronavirus pasó a formar parte de su delirio. Este es un resumen:

  • M. es una mujer de 41 años ingresada en el centro de internación psiquiátrica del Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid, diagnosticada de trastorno bipolar desde 2010.  Dos semanas antes del ingreso abandonó el tratamiento y sufrió una recaída consistente en un episodio maníaco con síntomas psicóticos. Los pensamientos delirantes aparecieron progresivamente.
  • En primer lugar, los contenidos delirantes erotomaníacos estaban en consonancia con el estado de ánimo exaltado y la desinhibición sexual, y luego los delirios se centraron en el brote del nuevo coronavirus. Explicó aterrorizada que tenía una sensación de irrealidad y notó que el mundo cambiaba a su alrededor, la gente parecía diferente, se comportaba de manera extraña. Finalmente, se dio cuenta de que las personas que actuaron de manera diferente eran en realidad zombis, infectados con el coronavirus. M. pensó que el mundo se encaminaba hacia un apocalipsis zombi, ya que lo que hacía el virus era convertir a las personas infectadas en zombis.
Enttrevista a Enrique Baca

Lorena Sánchez, redactora jefa de QUO.es, durante la entrevista a Enrique Baca. ©josecastro

¿Cómo os encontráis como personal sanitario para afrontar esta nueva ola de coronavirus?

Una de las cosas que todo el mundo tiene que tener claro es que la sociedad española es una de las más solidarias del planeta. Los trasplantes de órganos tal y como funcionan aquí no sería posible en una sociedad que no fuera tan solidaria como la nuestra. Cuando surgió esté drama monumental todos arrimamos el hombro. Y con el sector sanitario pasó igual, no es que nos hiciéramos el harakiri y sin protección nos pusiéramos a atender a los demás, es que queríamos que el conocimiento que tenemos sirviera para ayudar. Esto hace que nuestra sociedad funcione con mucho menos que otras sociedades. Los psiquiatras funcionamos como médicos cuando se nos pidió que fuéramos médicos, y mostramos mucha sensibilidad para cuidar de los otros sanitarios para que estuvieran bien. Los servicios de salud mental nos hemos ocupado de los profesionales que están en primera línea.

Y, en cuanto a los pacientes y sus familiares…

Nadie sabe lo qué es llevar a un familiar al hospital con lo que parece un catarrillo, que suba a la UVI, que se muera y que no hayamos podido verlo. Esto ha requerido el trabajo de profesionales de la salud que han estado atentos, es posible que no se perciba el trabajo que hemos hecho, pero hemos estado ahí.

¿Cómo en una situación de atentado?

Yo viví el 11 M. Y también fuimos un hospital que recibió heridos. Aunque la mayor parte se la llevó la Paz y el Gregorio Marañón por sus unidades de quemados, pero todos colaboramos y estábamos pendientes. Esto  que ocurrió con el coronavirus es algo parecido pero más mantenido en el tiempo y con mucha más gente afectada. Y sí te digo que la segunda ola de infecciones coge a todo el mundo agotado, y tenso, y si seguimos con la solidaridad… La fuerza es bastante menor, y no está para que nadie tire de esto como combustible para salir de la crisis. No se puede salir ya de la crisis pensando en la solidaridad y la buena voluntad, ya hay que hacer algo más.

Salgo del despacho de Enrique Baca y recuerdo un meme con la cara de Gandhi y esta frase: “No, si al final me voy a tener que poner a dar hostias”. El Doctor Baca, sin embargo, pide prudencia y enterrar el hacha. Al fin y al cabo, la prudencia es un arma.