Conectar con alguien es difícil, pero cuando llega esa persona especial, ya sea una pareja o un amigo para toda la vida, es algo que une de una forma intensa. Eso sí, puede ocurrir todo lo contrario y que tu cuerpo se sienta obligado a analizar minuciosamente a la persona que tiene delante y tardar apenas unos segundos en “cortar un traje” sobre él.

Esos pequeños detalles que para unos «son cosas sin importancia», a ti se te hacen un mundo, lo que provoca que desees cortar esa relación cuanto antes. Pero no te preocupes, le pasa a mucha gente, de hecho son comportamientos que ha analizado la ciencia y que se repiten constantemente. Aquí los más destacados: 

Fuente: Business Insider

Obsesión compulsiva por compartir fotos en redes

Sabemos que te has ido de vacaciones ya 3 veces este año, que tienes un cuerpo y una sonrisa de escándalo, que no puedes dar un paso sin tu perro y que comes de forma sana: mañana, tarde y noche… Pero, ¿es necesario que lo restriegues con miles de álbums, vídeos y filtros espectaculares en Facebook e Instagram?

Según un estudio realizado en 2013, postear demasiadas imágenes en  la red puede dañar las relaciones que mantienes en la vida real. Al parecer, según este trabajo, gente nueva que puedas agregar a tu red social puede acabar cansada de que compartas cada segundo de tu vida cuando apenas acaba de conocerte.

A pesar de que es bueno compartir imágenes, recomiendan que se haga con cabeza y pensando en lo que puede implicar esta acción en los diferentes grupos de gente que lo pueden ver: ya sean familiares, amigos o nuevos conocidos. 

Compartir tus secretos personales demasiado rápido

A pesar de que compartir experiencias duras o muy impactantes con la gente puede significar un signo de que estás conectando con esa persona, puede suponer un arma de doble filo y volverse en tu contra. Sobre todo, si te tomas esa confianza con demasiada rapidez.

Según un estudio de 2013 realizado en la Universidad Estatal de Illinois es preferible compartir detalles sobre tus hobbies o tus recuerdos de juventud para que la conexión sea mucho más agradable. Si no, puedes correr el peligro de que la otra persona considere que eres insegura y tirar por la borda un primer intento de conectar con ella.

No parar de preguntar a la otra persona, sin hablar de ti

Este mismo estudio de 2013 (que destacábamos en la anterior imagen) apuntaba otra idea: en la medida en la que tú abres tu corazón a alguien, se espera que la actitud de la otra persona sea recíproca y también hable de sí mismo y no se limite solo a preguntar y escuchar.

De hecho, los líderes de este estudio se dieron cuenta de que una conversación en la que, poco a poco, cada uno de los participantes contaba sus intimidades al mismo ritmo, sin miedo a hablar de temas personales, tenía mucho más éxito y los integrantes de la conversación acababan gustándose más que si solo se limitaban a preguntar y escuchar.

Esconder las emociones

Si dejas tus sentimientos guardados en una caja cerrada con llave y no muestras lo que sientes de verdad, estarás usando una estrategia poco efectiva a la hora de conectar con la gente por primera vez.  

Para comprobarlo, un grupo de investigadores de la Universidad de Oregon pidió a varias personas a que vieran una escena de humor y otra escena triste de dos películas diferentes. Eso sí, a una parte se le pidió que reaccionara de forma natural a lo que veían (risas, llanto, aburrimiento…), mientras que a los otros se les dijo que reprimieran cualquier tipo de sentimiento sobre lo que veían.

Se grabaron todas las escenas y luego fueron enseñadas a universitarios para que mostraran con qué grupo se sentían más identificados o podrían mostrar cierta amistad (a pesar de no conocerse de nada). El experimento demostró que los estudiantes sentían más afinidad con aquellos que no reprimieron sus emociones. 

Ser demasiado humilde contigo mismo

Muchas veces, en un intento por impresionar a los amigo o a un posible reclutador en una entrevista de trabajo, somos capaces de criticar algo de nosotros mismos como para mostrar que “somos humanos”. Pero esta forma de comportarse, en lugar de agradar, se toma como una reacción poco natural.

Para comprobarlo, un reciente estudio de la Escuela de Negocios de Harvard ha dado en la clave. Se pidió a un grupo de estudiantes que escribieran en un papel cómo contestarían en una entrevista de trabajo sobre cuál es su mayor debilidad. Más del 75% se amparó alardearon de humildes y contestaron que “ser demasiado perfeccionistas” o “trabajar muy duro”. Contestaciones que son siempre consideradas un cliché y que acaban considerándose poco creíbles.

Por ello, siempre conectarás mejor con quien acabas de conocer si eres sincero y no muestras esta actitud. 

Si no sonríes, mejor no me hables

Por mucho que no te guste, hazlo, porque es la única forma de que puedas conectar con la persona que acabas de conocer.

Un estudio de la Universidad de Wyoming quiso comprobarlo poniendo a 100 mujeres a analizar las fotos de otras mujeres  en las siguientes situaciones: sonriendo con una posición de cuerpo abierta, sonriendo con una posición de cuerpo retraída, no sonriendo con una posición de cuerpo abierta y no sonriendo con una posición de cuerpo retraída.

El experimento comprobó que las participantes se sentían más afines con aquellas mujeres que sonreían, sin importar la posición en la que se encontrara su cuerpo.